¿Por qué las grandes empresas tuvieron (o tienen) que transformarse digitalmente?
Por primera vez en la historia una transformación ocurre tan rápido que no hay tiempo suficiente para que una generación de personas le dé paso a otra. Esto nos obliga a reinventar la ruta mientras caminamos en ella y a abrazar el cambio como la nueva normalidad.
La historia universal está definida por grandes hitos capaces de modificar o hasta reconfigurar por completo la humanidad. Hace poco más de 200 años el mundo vivió una de las mayores revoluciones de su historia, la industrial, cuyo impacto solo se compara con el descubrimiento y la adopción de la agricultura, hace 12,000 años, y con la revolución científica, 500 años atrás.
Mientras las revoluciones de la humanidad se separaban por milenios o siglos, hoy podemos afirmar que estamos viviendo la tercera y la cuarta revolución industrial ¡al mismo tiempo!
Una persona de menos de cuarenta años ha vivido las experiencias de llamar a una central telefónica y pedir un taxi, y de trasladarse en un auto sin dinero físico con una aplicación en su smartphone, y está próximo a subirse a un vehículo autónomo y a un UberAir (un servicio que empezará a probarse en el 2020 en Los Ángeles y Dallas), con el que volará de un lado al otro de una ciudad.
También ha experimentado ir a un supermercado y hacer cola para pagar sus productos frente a una cajera, hacer las compras semanales por Internet para recibirlas el mismo día, o ingresar a una tienda como Amazon Go, tomar una bebida e irse sin pasar por ninguna caja registradora (como ocurre en Seattle y próximamente ocurrirá en San Francisco y Chicago).
Finalmente, también ha podido experimentar contar con una secretaria que le ayude a organizar su agenda de compromisos, usar un servicio de asistente de voz como Alexa o Siri para enviarle un mensaje a su mamá y decirle que llegará tarde a la cena del domingo, y pronto usará Google Assistant, un servicio que hará llamadas por él para hacer la reserva de un restaurante o peluquería (presentado como prototipo por Alphabet en el Google I/O 2018).
En menos de una generación hemos pasado por cambios drásticos en nuestra vida cotidiana, y evidentemente las empresas también los han vivido. La permanencia promedio de una empresa en el índice S&P 500 era de 33 años en 1964, de 24 años en el 2016 y para el 2027 se espera que solo permanezcan 12 años en promedio. Si se mantiene la tasa actual de desapariciones de empresas, en diez años casi la mitad de las empresas que hoy están en el índice serán reemplazadas por otras.
¿Qué causa este fenómeno? Es una pregunta compleja, pero no es difícil esbozar algunas respuestas. El ciclo de las economías tiende a verse reflejado en el crecimiento o la contracción de las empresas, pero la historia demuestra que, hoy, las nuevas tecnologías son las que básicamente configuran los mayores cambios en el mundo de los negocios.
En el 2000, el top 4 de empresas con mayor capitalización de mercado estaba conformado por General Electric, Exxon Mobil, Pfizer y Citigroup. Quince años después fue el turno de Apple, Alphabet/Google, Microsoft y ExxonMobil. En el 2018, Amazon subió al cuarto lugar, seguido de Tencent y Facebook, el quinto y el sexto lugar. La tendencia es clara: lo que todas estas firmas líderes tienen en común es que cuentan con poderosas plataformas digitales con escalabilidad y alcance para expandirse en nuevos mercados y geografías en expansión a velocidades que antes eran imposibles.
Las empresas nuevas con mayor velocidad de crecimiento también tienen en común el componente tecnológico, principalmente digital. Las llamadas “unicornio” —término creado en el 2013 para identificar a las startups valorizadas por encima de los US$1,000 millones— eran 39 hace cinco años. Uber, Airbnb, Xiaomi y Dropbox son algunas de las más conocidas. Para marzo del 2018, hay tantas empresas unicornio (279, según TechCrunch, 68 de ellas en la categoría “internet en móviles”) que hoy se usa la palabra “decacornio” para identificar a las startups valorizadas en más de US$10 mil millones.
La tecnología digital impacta e impactará en el éxito y la desaparición de las empresas, antiguas y nuevas, en todos los sectores, de todos los tamaños y en todos los ámbitos geográficos. La discusión no es si estamos convencidos o no de la disrupción causada por ella. La discusión está en cuándo se dará, con qué impacto y por dónde empezar.
Por ejemplo, un banco puede incorporar metodologías ágiles para cambiar su estructura organizacional tradicional y buscar eliminar jerarquías (BBVA Continental), mientras que otro crea células de innovación como el primer paso de su transformación digital (BCP). Un retail, por su parte, incorpora la omnicanalidad para reducir el tiempo de compra a sus clientes, incrementar su fidelidad y generar eficiencias en su organización, mientras que el gobierno busca democratizar los servicios públicos a través de la digitalización de los servicios ciudadanos.
Detrás de cada empresa hay una historia diferente y esto busca demostrar que la transformación digital impacta independientemente del sector, el ámbito geográfico o el tamaño de la empresa, y que el camino adoptado por cada empresa depende de sus propias circunstancias. No hay una fórmula única que garantice el éxito del cambio.
(Este texto forma parte de la introducción del libro Revolución.pe (Conecta 2018) escrito por Alexander Chiu Werner y David Reyes Zamora)