Ocho lecciones sobre transferencias a los pobres
Por Francisco Mejía
Un total de 18 gobiernos de América Latina y del Caribe entregan mensualmente dinero en efectivo a casi 130 millones de personas pobres. Estas transferencias, que se conocen como Transferencias Monetarias Condicionadas (TMC) y que tienen objetivos y coberturas que varían de programa a programa, buscan aliviar la pobreza en el corto plazo y desarrollar el capital humano en el largo plazo. Estos programas generalmente apuntan a mejorar la salud y educación infantil y, en algunos casos, la salud materna.
En un documento de trabajo reciente Rômulo Paes de Sousa (del Institute of Development Studies), Ferdinando Regalia y Marco Stampini (economistas del Banco Interamericano de Desarrollo) analizaron la experiencia de 6 países y extrajeron 8 lecciones para países que acaban de empezar este tipo de programas o que están considerando su introducción.
Estas son las 8 lecciones:
1. Las transferencias monetarias condicionadas son intervenciones a largo plazo cuyos presupuestos aumentan con el tiempo y típicamente convergen en un 0,3% – 0,4% del PIB.
2. Para alcanzar el objetivo a largo plazo de romper con la trasmisión intergeneracional de la pobreza a través del desarrollo del capital humano es necesario realizar asignaciones presupuestales adicionales tendientes a ampliar la prestación de servicios de educación y atención de salud.
3. Más allá de la asignación de recursos presupuestales y el montaje de mecanismos de coordinación intersectorial (entre protección social, educación y salud), es necesario que haya coordinación con gobiernos locales y supervisión por parte de las más altas jerarquías del gobierno para garantizar que las transferencias monetarias condicionadas tengan impacto sobre el desarrollo del capital humano.
4. La precisión a la hora de establecer quiénes son los beneficiarios (focalización) es clave para garantizar la credibilidad del programa. Los beneficiarios se seleccionan típicamente a través de una combinación de criterios geográficos y de categorías, seguidos de estimación de ingresos y validación comunitaria.
5. Los esfuerzos tendientes a aumentar la precisión de la focalización no logran eliminar errores tanto de inclusión como de exclusión. No obstante, éstos se pueden mitigar a través de auditorías periódicas, gestión dinámica del registro de beneficiarios y procesos de recertificación.
6. La búsqueda de la eficiencia y la eficacia operativas requiere importantes inversiones (financieras y en recursos humanos) para monitoreo y evaluación. Los resultados retroalimentan el diseño del programa y de ese modo se producen innovaciones progresivas.
7. Se necesitan sistemas de pago modernos para reducir el costo administrativo del pago de las donaciones en efectivo, así como el costo de oportunidad de la participación de los beneficiarios. Los países tienden a converger hacia el uso de tarjetas bancarias.
8. El efecto de los programas de transferencias monetarias condicionadas sobre la desigualdad de género ha disminuido debido a la falta de intentos de redefinir los roles y las responsabilidades de la mujer en la familia.
Esta columna fue originalmente publicada en el blog Gobernarte, Ideas innovadoras para mejores gobiernos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID)