La región está evolucionando. Nosotros también.
Por James Scriven
Estamos siendo testigos de la cuarta revolución industrial, el tema del Foro Económico Mundial en Davos este año. Cada día estamos más inmersos en la llamada “revolución digital”, rodeados por la economía colaborativa, y las expectativas de crecimiento ya no son lineales sino exponenciales. Las diferentes transformaciones económicas y sociales que resultan de esta revolución nos obligan a innovar y adaptar el modo como hacemos negocios. Nos recuerden que el modo como hacemos negocios hoy no puede construir el sector privado del futuro. Lo rápido que cambia el mundo cada día, y la celeridad con la que América Latina y el Caribe progresa no dan espera.
La región ha evolucionado y sigue progresando a pasos agigantados. En la última década, 50 millones de personas han entrado a la clase media y ahora tienen acceso a educación, tecnología, salud y vivienda. Estamos presenciando un rápido crecimiento de las ciudades en la región y, para 2050, se estima que el 90 por ciento de la población vivirá en centros urbanos. Esta clase media en ascenso y la demanda urbana tienen un impacto directo en el consumo de energía. Para 2030, la demanda de energía se duplicará, creando oportunidades de negocio en eficiencia energética valoradas en 500.000 millones de dólares regionales, creando incentivos para invertir en energías renovables.
Para 2050, se estima que el 90 por ciento de la población de América Latina y el Caribe vivirá en centros urbanos.
Con este escenario en mente, hace tres años, el Grupo Banco Interamericano de Desarrollo (BID) inició un cuidadoso ejercicio para identificar cómo prestar un mejor apoyo a nuestros clientes del sector privado de la región, ayudarlos a adaptarse a los retos de la cuarta revolución y aumentar su competitividad a nivel mundial. Nuestros accionistas y socios buscan un banco más flexible y ágil que priorice las necesidades de los clientes.
Como respuesta, hemos reorganizado tres de nuestras cuatro áreas que trabajaban con el sector privado dentro de un único punto de entrada: la Corporación Interamericana de Inversiones (CII). La CII inicia su trabajo con 330 clientes activos, 440 proyectos, 7.000 millones de dólares en cartera y el compromiso de contar con 2.000 millones de dólares en capital adicional en los próximos diez años. Estamos trabajando de forma más ambiciosa, ágil y cercana a las necesidades de nuestros clientes que nunca.
Varios rasgos caracterizan esta nueva etapa. En primer lugar, estamos enfocados en las necesidades del cliente. Las mejoras que empezamos a introducir en nuestros productos nos hacen más flexibles para disponer de más capital, realizar operaciones de financiamiento estructurado, en moneda local, y ofrecer productos adicionales como servicios de asesoramiento y financiamiento mixto. Nuestros clientes son nuestros socios, y queremos profundizar nuestras relaciones con ellos a través de una diversidad de productos y servicios que satisfagan sus necesidades.
Nuestros clientes son nuestros socios, y queremos profundizar nuestras relaciones con ellos.
En segundo lugar, estamos fortaleciendo nuestras alianzas en sectores claves de la región, y movilizando recursos para estos mercados críticos. Queremos invertir de forma más decidida en infraestructura sostenible y competitiva, y por eso vamos a aumentar esta cartera en 40 por ciento en los próximos cinco años. También tenemos como objetivo duplicar nuestra cartera corporativa en la industria manufacturera y la agricultura. Buscamos trabajar con empresas para implementar las últimas tecnologías, aumentar la productividad y crear empleo. Nuestros esfuerzos de movilización de recursos atraerán nuevo capital de fundaciones familiares, e inversionistas de impacto e institucionales. Hay miles de millones por canalizar y queremos ser el socio por excelencia para esta tarea.
Por último, trabajamos en fortalecer y alinear el diálogo entre los sectores público y privado del Grupo BID. Estamos convencidos de que para resolver los mayores desafíos de desarrollo en la región, son necesarias las alianzas entre gobiernos y empresas. Con esta reorganización, nuestros clientes del sector privado tienen un único punto de entrada al Grupo BID que les hace más fácil alcanzar retornos financieros al tiempo que tienen un impacto positivo en el desarrollo.
El desarrollo guía todo lo que hacemos, y nos motiva a innovar y escalar modelos probados y rentables. Diseñamos cada transacción para aprender y compartir conocimiento. Es precisamente ese conocimiento el impulsor del impacto sistémico al que aspiramos. Es este impacto el que nos permitirá añadir valor a nuestros clientes, transformar los mercados y la región, y prosperar durante estas épocas de cambios.