Entre la utopía y la inacción
La realidad peruana actual no invita a ser optimista. El país sufre múltiples crisis que un estado y una clase política con muchas limitaciones y en clara descomposición, no esta en capacidad de enfrentar. Y se comienza a notar groseramente, no sólo en la realidad del día a día (para perjuicio de la gran mayoría de peruanos), sino sobre todo en la proyección que estas expectativas nos llevan a imaginar de nuestro propio futuro (podríamos estar peor).
Pinta mal. Como de mal que hoy una gran mayoría de jóvenes considera más marcharse del país que construir un proyecto de vida aquí. Y no los culpo. Hace 30 años, yo pensaba lo mismo, y de hecho me fui, dos veces, siempre volviendo porque una y otra vez caí en la cuenta que no existe otro lugar como casa, y que más allá de las carencias existen también grandísimas oportunidades.
Ahora, ciertamente no se vive del sentimiento. Más aún cuando el desafío país es gigantesco. Sin embargo, aunque el futuro parecería poco esperanzador, a mayor el desafío, ¿no debería ser más grande la oportunidad que genera? Por ello, parecería que estamos acercándonos a un punto de inflexión, a un gran momento de la verdad, donde si queremos cambiar nuestro destino, tocaría plantear una nueva visión país que responda al tamaño del desafío actual.
Alguien dijo que uno no puedo predecir el futuro, pero si inventarlo. Y nosotros sin duda podemos lograr lo que nos planteemos, ¿o acaso el Perú no lo tiene todo? Entonces, pensando en proyectar esa ambición, ese gran sueño, ¿Qué pasaría si nos propusiéramos una gran meta país? Por ejemplo, entrar a la OECD en los próximos 5 años. Y por qué no, también, convertirnos en una potencia mundial para 2050. ¿Cómo cambiaría nuestra mentalidad, foco, compromiso, prioridades si esos fueran los objetivos?
Sin duda suena utópico, pero y si lo pudiéramos lograr, ¿acaso el Perú no merecería el esfuerzo? Porque realmente la fórmula no es imposible. Necesitaríamos sacar adelante un gran pacto país, que asuma de forma seria estas grandes metas, identifique cuáles son las brechas para alcanzarlos, defina acciones concretas y trabaje para conseguirlo. ¿Acaso nos faltan recursos?
Quisiera creer que lo que falta realmente es gestión, y por supuesto un mayor liderazgo (empresarial). De hecho, este debería ser un proyecto promovido por el sector privado, que involucre a la sociedad civil, y en el camino sume al resto de actores (sector público, partidos, etc.), al estado, para que juntos todos asumamos un compromiso país, una gran visión que transforme al Perú en el largo plazo.
Cuesta creer que se puede, pero creo no deberíamos pensar en porqué no se puede, sino más bien intentar concentrarnos en lo que debemos hacer para conseguirlo, porque ese debería ser el foco de nuestra atención y energía. Esa debería ser nuestra gran causa país. Millones de peruanos y peruanas esperan, los jóvenes, necesitan, exigen, un futuro mejor. En esta hora, es el sector empresarial y sus líderes los llamados a dar un paso al frente y liderar el camino. Lo otro, la inacción, podría terminar de hundirnos más.
Necesitamos una nueva visión, un nuevo gran proyecto país. Quizás ha llegado la hora de considerarlo e intentar llegar más lejos de lo que nunca hubiésemos soñado. Estoy seguro que los jóvenes pensarían entonces más que en irse, en cómo sumarse. ¿Lo intentamos?