El buen gobierno corporativo durante la pandemia
El buen gobierno corporativo, frase proveniente del concepto The Good Corporate Governance, se refiere a la buena administración empresarial, basada fundamentalmente en los principios de trato justo e imparcial, de la obligación y responsabilidad de los administradores de la empresa de rendir cuentas sobre las decisiones y acciones tomadas a los diferentes grupos de interés, del comportamiento sin discriminación ni favoritismos y de transparencia, entre otros aspectos de relevancia.
Los beneficios que logran las compañías por actuar teniendo en cuenta estos principios son diversos. Van desde el propio orden interno de la organización hasta las preferencias de sus consumidores, pasando por la identificación del personal con la empresa y de aquellos otros que están buscando nuevas oportunidades; y por los proveedores o instituciones financieras que siempre tenderán a vincularse con entidades ordenadas y que están representadas por personas idóneas, que basan su accionar en los lineamientos de las mejores prácticas establecidas y adoptadas por la organización.
En sentido contrario, una organización que no tiene ni sigue los principios de una buena administración empresarial tendrá menos oportunidades de realizar sus actividades normales en las mejores condiciones que el mercado ofrece. Su reputación, imagen y proyección dentro de la comunidad empresarial será vista como una desventaja competitiva y comparativa; afectando fuertemente sus operaciones, e incluso sus planes de supervivencia empresarial.
En este contexto de pandemia, habrá muchas empresas que lamentablemente dejarán de operar por diversas razones. ¿Cuál tendrá más oportunidades para desarrollarse? ¿Cuál reaccionará mejor a los cambios? ¿Cuál competirá mejor para lograr el ansiado crédito que financie el capital de trabajo necesario para poder realizar las operaciones? Indudablemente, aquella organización que tiene una buena administración empresarial estará en una mejor posición de lograr todo lo mencionado.
Así como nos dimos cuenta súbitamente que el trabajo remoto es perfectamente posible y que, en muchos casos, contra todo lo que pensábamos, el adoptarlo resultó ser más eficiente y menos gravoso; de la misma forma debemos tomar conciencia que establecer una buena administración empresarial redunda en un mayor beneficio para la compañía. Esto se refleja en sus diferentes procesos, en la retención y/o contratación de talento, en la negociación con proveedores, en la gestión de créditos, en la decisión de los accionistas mayoritarios y/o minoritarios respecto a si realizan o no un mayor aporte de capital o modifican sus políticas de distribución de utilidades, por mencionar algunos aspectos de gestión que seguirán al levantamiento de la “cuarentena”.
Hace poco más de un mes, Angela Merkel dio un mensaje muy breve, de solo 10 segundos, pero extremadamente elocuente, en el que indicó las medidas de comportamiento que se debe tener en este contexto de COVID-19, para lo cual pidió tres cosas: distanciamiento social, uso de mascarillas y respeto.
Este mes de julio hemos ingresado de manera masiva a nuestra nueva normalidad y no cabe duda de que las medidas mencionadas por la canciller alemana también deberían ser puestas en práctica en nuestra “nación empresarial” y en nuestro “buen gobierno corporativo”. Este debe establecer protocolos integrados que protejan la salud de la fuerza laboral y de la organización en sí misma; y no solo estrategias comerciales, logísticas presupuestarias y otros.
Sobre la importancia del distanciamiento social y el uso de mascarillas se ha escrito y hablado en demasía. Sin embargo, es relevante recalcar que la vida puede depender de la buena o mala implementación de estas dos recomendaciones. Con relación al respeto, referirlo al acatamiento de lo aprobado y establecido en los protocolos inscritos ante la autoridad.
En estos momentos, una buena administración empresarial debe incorporar igualmente protocolos de comportamiento y seguridad, cuyo principal objetivo es velar por la salud del personal y, como consecuencia, la de sus familias, por lo que es inminente su acatamiento. Diez segundos de descuido pueden costar una eternidad de padecimiento. Al respecto, recuerdo claramente una expresión que escuché a un médico de Ucayali, a mediados de la cuarentena, ante el desborde de tantos pacientes por atender: “No pidan que contratemos más salvavidas, simplemente no salten al rio”.
Finalmente, las empresas que hayan implementado políticas de buena administración empresarial o de buen gobierno corporativo antes de la pandemia son las que están enfrentando en mejores condiciones las consecuencias del COVID-19, aún inciertas en muchos casos y reconvirtiendo sus operaciones en este largo y retador nuevo amanecer que nos ofrece la vida empresarial. Para las que no lo hicieron, solo recordarles el antiguo adagio popular “más vale tarde que nunca”, porque este tema, al igual que el trabajo a distancia que tuvo mucha resistencia pre COVID-19, también es un tema de sobrevivencia empresarial.