Hay que revocar a la Soberbia
Sin duda, tanto la situación de riesgo a la que llegó Susana Villarán en la que casi pierde su puesto como alcaldesa de Lima, así como el espacio cedido por sus opositores, los revocadores en los últimos días de campaña, responden a un factor en común, perjudicial para toda acción de comunicación y más aún en Internet: la soberbia.
Fue soberbia… el considerar que no se necesitaba comunicar las obras que se estaban poniendo en marcha por parte de la Municipalidad; así como también cambiar las reglas de juego por parte de los revocadores el día del debate, y exponer a una solitaria Patricia Juárez que luego optó por retirarse.
Fue soberbia… también de parte de la gestión de la Municipalidad desconocer las obras del muy cuestionado ex alcalde de Lima que, a pesar de todo, dejó su puesto con una altísima aprobación y popularidad; pero también fue soberbia de parte de Luis Castañeda cuando pensó que los limeños no tendrían juicio frente a la clarísima estrategia política que trabajó junto al Apra para revocar a la alcaldesa.
Fue soberbia… cuando el líder de la revocatoria, Marco Tulio Gutiérrez, se reafirmó en su frase infeliz acerca de la supuesta inexistente voluntad de las mujeres que terminan diciendo siempre que sí, y jugó con el desliz en cuanto programa mediático estuvo.
Pero no fue soberbia la gran actitud política de Lourdes Flores, quien no dudó en apoyar a quien le venció en las elecciones municipales, ganándose un reconocimiento que le da muchos activos para futuras acciones políticas, además de un mayor protagonismo para su partido, el PPC, en la Alcaldía de Lima, después del buen número de regidores que vaya a perder Susana Villarán.
La soberbia en la comunicación, qué bacteria más perjudicial, me contagio un poco de los términos usados por el ex alcalde, que al margen de su grave pecado de ausencia -que le ha costado este derrota política-, siempre he considerado que fue muy astuto en saber comunicar sus obras.
La clave de Favre
Quien no fue soberbio sino más bien cauto, fue Luis Favre (hasta que terminó el proceso electoral, luego sacó toda su artillería para enfrentar a Mauricio Mulder y demás). Favre, a pesar de estar altamente expuesto en Twitter, por su voluntaria presencia y constante participación, expuesto a toda clase de insultos y cuestionamientos en los medios de comunicación, diseñó una estrategia que tuvo las cosas claras. Una de sus principales medidas que, confieso, no compartí, fue restringir al mínimo las declaraciones de la alcaldesa.
Cada vez que ella habló, ya sea en alguna declaración en la televisión o conferencia de prensa, no había forma de que se saliera de libreto. No polemizó con nadie, no respondió a los periodistas con preguntas con clarísima intención de hacerle pisar el palito -los chicos de Willax, por ejemplo- Yo inclusive dije que en el debate debió estar Susana Villarán pero, después de escucharla decir que se tomaría una semana de vacaciones, horas después de que practicamente se confirmara el triunfo del NO, es decir, en ese momento en el que ya los protocolos de comunicaciones se relajan, me di cuenta de que Favre tenía razón, era muy riesgoso que la alcaldesa hablara libremente.
Reflexión de Café
Lo curioso es que la soberbia, tan inherente a muchos políticos, es también recurrente en muchas de las grandes marcas comerciales que, cuando están en las redes sociales, no dejan de ver a los clientes como simples masas que le darán like a todo lo que pongan. Las empresas que consideran a sus clientes como huéspedes que deben salir contentos, aquellas que escuchan y no son soberbias, son las que hacen negocios más consistentes en el tiempo porque establecen relaciones.
La soberbia es uno los peores defectos para cualquier marca, personal o comercial, en un momento en el que cada vez la gente tiene más poder. Si no lo tomas en cuenta, estarás perdiendo terreno, pero como eres soberbio te llenarás de razones para mantener tu posición, hasta que tu competencia te supere o enfrentes una severa crisis de reputación.
Te dejo los dos primeros pasos para desterrar la soberbia, el primero: escucha; el segundo: conversa.
Café relacionado.
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