Entropía, organizaciones y Estado
¿Entropía?, ¿no es un término que se usa en ingeniería?
Si, para ser más precisos es un término acuñado por los físicos, es una magnitud que indica cuán lejos o cerca está un sistema de su equilibrio o estado de reposo. Imagina que el sistema es una empresa o una organización cualquiera, ella necesita energía, por ejemplo: dinero, talento y conocimiento para producir algo que intercambiará con el mercado. Si no tiene ninguna de estas tres, no podrá hacerlo.
¿Y qué se intercambia?
Valor. Valor producido por una organización (productos, servicios, experiencias, etc.) y que es intercambiado por el valor que proviene de los stakeholders que la rodean (dinero, preferencia, recomendación, etc.)
¿Y qué le pasa a una organización si no produce valor?
Dejará de intercambiar porque las personas o las organizaciones con las que lo hacía, preferirán hacerlo con otras empresas, y si no corriges esta situación morirá en el tiempo. Ese es el estado de equilibrio al que me refería. Estar en equilibrio es cuando no se producen intercambios y el sistema termina muriendo de la forma en el que lo conocimos.
¿Ha pasado con muchas empresas?
¡Con muchas! Algunas han desaparecido de la forma en las que las conocimos: Blockbuster, Nokia, por ejemplo. Hay otras que casi desaparecen, pero pudieron acceder a nuevas fuentes de “energía”, por ejemplo, Disney estuvo muy complicada hace años o Fiat y mira cómo están ahora.
¿Sucede solo con empresas o se puede aplicar a otras instituciones u organizaciones?
La entropía es parte de la segunda ley de la termodinámica, o sea, es una ley natural y por lo tanto afecta a todos, tal como sucede con los principios de la evolución (competencia, adaptación, cooperación y selección), nadie se libra de ella: los organismos más competentes prosperan.
¿Entonces?
Entonces la entropía la puedes aplicar al Estado, si lo quieres ver en grande. Los estados que funcionan bien lo hacen porque producen valor utilizando de forma correcta la energía que pueden capturar, por ejemplo, los tributos. El Estado, como todo sistema, transforma la energía que entra en un producto valioso. Ese producto valioso debería ser educación, salud y seguridad de calidad, infraestructura, oportunidades, por ejemplo, que permita acceder a los ciudadanos, a las empresas y organizaciones las condiciones de bienestar que les permita, a su vez, producir valor para tributar más, generar conocimiento, generar innovación, cultura, entre muchos más, a la sociedad.
Estamos bien lejos de eso…
Lamentablemente sí, bien lejos. En organizaciones humanas la clave se encuentra en el liderazgo que a su vez condiciona el tipo y la calidad de las decisiones. Si los líderes son mediocres, viven con sesgos de todo tipo y/o están guiados por intereses personales más que generales, lo que habrá como producto será el estado actual de las cosas. Entonces, un estado que funciona mal como el nuestro, genera productos malos lo que afecta a la vida de las personas y ellas tienen un incentivo perverso de mantenerle lo más lejos posible de él, ya sea no pagando impuestos, viviendo de la economía informal, entre otros.
¿Es un proceso irreversible?
No, se puede generar cambios si se inyecta “energía útil”, en la forma de cambio de reglas, conocimiento, líderes de alta calidad (lo vemos en el BCR, ¿no?), un propósito claro, una medición continua y, sobre todo, voluntad.
Parece difícil.
Sí, pero no es imposible, en la medida que exista energía útil.