No es la Inteligencia Artificial. Somos nosotros, ¡estúpido!
Las buenas ideas son aquellas que podemos entender y aplicar.
La Inteligencia Artificial (IA), con toda su parafernalia y derivados tiene secuestrada nuestra atención. Intentar capturar todo su alcance y pontificar sobre sus implicancias es condenarnos a la inacción.
Es evidente que nuestro país no es, ni será en el mediano plazo, el epicentro de esta revolución tecnológica. Sin embargo, podemos ser protagonistas si entendemos cómo aprovecharla donde sí establecer ventajas comparativas y competitivas, basta pensar en el turismo, la gastronomía y los recursos naturales.
La gran pregunta con la tecnología es “cómo usarla”. Cómo usarla en la solución de problemas, en potenciar lo que mejor sabemos hacer, donde mejor nos podemos desempeñar; de qué nos puede servir allí donde hay oportunidades que podemos consolidar.
En los negocios, una de las funciones centrales de una organización es la atracción, adquisición, desarrollo, retención de clientes, de capital humano, de proveedores, de stakeholders ¿En qué nos puede ayudar la IA en estos procesos?
Pensemos en asuntos claves: en la relación con los clientes, en la creación de nuevos productos y servicios, en la creación de mejores experiencias, en la mejora de todo lo anterior. Pensemos en los asuntos relacionados a la eficiencia operacional y a la productividad ¿En qué y en cuánto nos puede ayudar la IA?
Imaginemos a la IA y a la tecnología usada en mejorar el tráfico de la ciudad, en desarrollar proyectos de alto impacto social, en dictar mejores leyes, en informar y educar a la ciudadanía para tomar mejores decisiones. Imaginémosla aplicada a la educación, a la salud y a la seguridad. Muchos dirán que aquí, en nuestro país, eso no funcionaría.
Entonces ¿para qué hablamos de Inteligencia Artificial?
La IA no va a resolver, jamás, las bases de un concurso amañado, un acuerdo para privilegiar a uno sobre otro, un monopolio, un Estado corrupto, el nepotismo, la competencia desleal, el abuso de poder, venga del sector que venga.
La IA comenzará a funcionar cuando la implementemos de forma correcta en lo que hacemos y no esperamos a que otros lo hagan. Como en todas las cosas de la vida, quien lo hace primero lo hace dos veces.
- Imaginemos a una minera comprometida con la sostenibilidad usar a la IA para que tenga mayor impacto positivo social y mejore sus resultados de negocios.
- Imaginemos a una universidad llegar a todo el país, preparando a los profesionales que cambiarán al país.
- Imaginemos a una institución del estado que use a la IA para recaudar y usar los recursos para mejorar la salud, seguridad y educación de los peruanos.
Volvemos al principio, la tecnología se debe a las decisiones y a la voluntad humana.
Se trata de nosotros…