Poder y corrupción
El empleado de una clínica que niega la atención médica de urgencia a un herido, porque no generaba garantías de pago. Un policía que busca algún conductor infractor para ganarse con un billete extra. Un político hiper investigado y condenado que es Presidente del partido de gobierno. Un Presidente de la República que repite frases cliché y que actúa con oscuridad y obstrucción, como casi todos. Así se manifiesta el mal uso del poder. Cualquier parecido con la realidad no es coincidencia.
En respuesta buscamos en este país la Ley perfecta. Aquella que llene todos los vacíos pendientes e impida -per se- el indebido uso del poder.
No basta la constante persecución tampoco. Parece no ser disuasiva la acción de una justicia tenue aún y acomedida; a veces sí, a veces no. Solo los héroes luchan contra los villanos. Sin embargo, no hay ni héroes ni villanos porque todo es relativo, allá que algunos se crean lo uno o lo otro.
El mal uso del poder degenera en corrupción y parece estar muy extendido en el Perú. Mostramos una corrupción democrática, inclusiva e ideológicamente transversal. Eso no va a cesar con el día 09 de diciembre, día de la lucha contra la corrupción. Menos con una declaración firmada, porque el papelito aguanta todo si es que no hay algo detrás con verdadero potencial.
Bien me decía un gran amigo, conoces a las personas cuando les das poder.
Lo cierto es que el poder es un intangible, así como la confianza, que juntos son los ingredientes ineludibles de una receta exitosa. Con eso, podremos recién hablar de normas (por favor preventivas), enforcerment y que, por ejemplo, la Ley se cumpla sin que haga falta otra Ley para ello.
Todos tenemos ese poder y lo hemos resignado. En cada elección, por ejemplo, cuando nos limitamos al “mal menor” porque así son las cosas. Y ya se viene una nueva oportunidad en estas regionales ¿habremos aprendido en algo la lección?
El poder mal usado es adictivo, una droga emocionante que genera excitación. Dominar, controlar, persuadir y mejor sí todo eso va acompañado de dinerito (o dinerazo) extra. Que sigan las investigaciones eternas. Nadie cae, el sistema se auto protege.
El poder bien usado transforma, ayuda y genera cooperación. La consciencia está ahí, dormida simplemente porque no queremos escucharla. Seguro después me dirán naif o ingenuo porque, salvo todo lo demás ilusorio, lo único concreto es el poder y en eso les concedo razón. El poder nuestro para tratar de encaminarnos mejor, cada uno en su metro cuadrado, es lo único concreto y certero; lo demás son excusas e ilusión.
Depende de cada uno. No del político de turno, ni del policía, ni del empresario, ni del Presidente, ni de las izquierdas o derechas. No depende del otro, de aquel haga las cosas.
Lima, 30 de diciembre de 2021
Eduardo Herrera Velarde