No quiero ir a Chota
En los últimos meses ha surgido una pregunta que significa ya un gran avance: ¿cómo salimos de esto? Y ojo no se trata solo de cambiar de Presidente, hay algo más que hacer; mucho más. Y si usted coloca en el buscador Google la frase que le da título a este artículo, inmediatamente obtendrá la forma de cómo llegar a Chota. En suma, necesitamos ruta, urgente.
Es claro, y hasta ya resulta redundante, sostener que la corrupción es uno de los principales problemas del país. La corrupción en este gobierno se ha vuelto descarada porque antes era más “polite” y discreta. Hoy es arrabalera. Pero entretenernos en lo superficial que puede ser la corrupción (mejor dicho, mirar solo los escándalos saltando de un día a otro) es seguir en un ciclo espiral. Solo seguimos abriendo los ojos y la boca hasta que ya nada nos asombra. Eso no genera cambio.
Nuevamente ¿cómo salimos de esto? ¿cómo llegamos a Chota?
Mi primera idea es buscar -aquí sí- un gran acuerdo nacional. Un acuerdo político, representativo, que aleje la lucha contra la corrupción de la política precisamente -aunque parezca contradictorio-. Porque son precisamente los políticos por los que debemos de empezar. Si es que no miramos al puntal de la pirámide, a las autoridades, entonces los ciudadanos llegan a lo que sucede hoy: la anomia.
Por el país, señores políticos (autoridades y aspirantes a serlo) póngase de acuerdo en algo: la corrupción tiene que parar. Hasta podría sugerirles una frase que pueden repetir con la mano en el corazón: “De acuerdo, casi todos estamos embarrados. Empecemos por aceptar eso y salgamos”. Créanme con esto no solo estarán obrando bien, sino que -además- ganarán reputación y credibilidad (confianza) insuperables.
El segundo paso consiste en entregar la tarea a un poder independiente y con recursos. Es decir, dejar en manos de un tercero -al que no puedan controlar- la labor de cortar cabezas. Dirán los incrédulos que eso no es posible, que resulta ingenuo, que nunca va a pasar. Sin embargo, es crucial entender que las grandes naciones que nacen de los escombros empiezan por aceptar estar en ruinas. Precisamente para eso sirven los grandes acuerdos nacionales. Lo demás señores, con todo respeto, es un té entre amiguis. Por cierto, más ingenuo es pensar que, como estamos, vamos a cambiar las cosas.
Luego de esto ya recién podremos hablar de una estrategia. Ahí entonces será vital sentarse frente al gran tablero y diseñar para finalmente empezar la ejecución en largo tiempo. Sin entrar en detalles, a grandes rasgos, esta estrategia debe de contener tres ejes básicos: normas inteligentes (preventivas y realmente disuasivas), enforcement (que la ley se cumpla) y formación (educación, sensibilización, toma de consciencia para todos).
¿Queremos llegar a Chota? Necesitamos ruta.
Lima, 21 de marzo de 2022
Eduardo Herrera Velarde.