El propósito empresarial como faro para sortear adversidades
Desde hace unos meses nuestro país se encuentra en constante cambio e incertidumbre, especialmente en el terreno político, todo lo cual se suma (o multiplica) a los cambios que se producen en el mercado internacional. En este contexto, ¿cómo pueden enfrentar las empresas los próximos escenarios que se ven muy adversos antes que favorables?
En medio de este panorama complicado hay que tener presente que, así como las tempestades desubican a los navíos, los entornos adversos también desorientan a los empresarios. Ante ello, es recomendable que las empresas reaviven su definición de “propósito”, con el fin de alinear sus acciones en busca de buenos resultados. Recordemos que el propósito de una empresa es la respuesta a la pregunta; “¿Para qué existe?” o dicho de otra manera; “¿Qué sentido tiene su existencia para cada uno de los stakeholders?” Esta definición del propósito es el faro que ayudará a toda organización empresarial a encontrar el rumbo correcto.
Para efectos prácticos de lo señalado, comparto tres ideas o principios -siguiendo la analogía marinera-, que pueden ayudar a los líderes empresariales en las acciones que deben tomar en momentos turbulentos.
1) “Cuando llueve, todos se mojan”. Con esta frase queremos decir que las condiciones desfavorables del entorno afectan igualmente a todos los actores del mercado, aunque no todos sufren de la misma manera sus efectos. Hay empresas que durante los tiempos estables se preparan justamente para enfrentar las condiciones desfavorables y toman acciones específicas al respecto; por ejemplo: reducen deudas, transforman costos fijos en costos variables, invierten en innovación, “hacen caja”, mantienen equilibrio en los gastos, etc. Esto significa que mientras otras empresas no se preparan para soportar la tempestad, estas empresas sí tendrán los recursos suficientes para poder afrontarla. Aunque es cierto que el mercado se reduce, también es verdad que algunos se fortalecen, ya sea porque su propuesta de valor es más apreciada o porque los competidores -que no se prepararon para tiempos difíciles- salen del mercado.
2) “Prefiero hombres de acero en buques de madera, que hombres de madera en buques de acero”. Esta frase refleja que es en los momentos difíciles donde se manifiesta el compromiso, la responsabilidad, la entrega, el sacrificio y otras actitudes que definen aquello que llamamos la cultura organizacional. Son esas formas de ser y de hacer las cosas las que distinguen el modo en que la empresa enfrentará las dificultades. Las organizaciones que están acostumbradas a operar con sobriedad, alta eficiencia y excelente nivel de servicio, son aquellas que lograrán ventajas. Tampoco deja de ser relevante el hecho de que una organización acostumbrada a que las ideas fluyan de abajo hacia arriba (desde el cliente), puede encontrar mejores alternativas de solución, en comparación a aquellas cuya innovación fluye (se “impone”) de los gerentes hacia abajo.
3) “La mar calma nunca hace un buen marinero”. No menos importante es resaltar la actuación de quien tiene el mando de la empresa. Los líderes empresariales deben transmitir optimismo, fomentar la innovación, propiciar alternativas (obtener un PMV, diríamos en Lean), como muestras de un comportamiento sobrio, tenaz, corajudo, atrevido y, sobre todo, optimista. Son actitudes que permiten mantener la fortaleza y el temple de la organización para enfrentar las adversidades del entorno. Por esa razón tiene gran vigencia el dicho marinero de que “una tripulación refleja lo que es su comandante”.
De la misma forma de que un faro sirve a los marinos para guiar su derrotero, el propósito de una empresa es la luz que alumbra las decisiones y ejecutarlas adecuadamente es lo que permitirá a la organización alcanzar los objetivos y las metas estratégicas para llegar a buen puerto.