Los tres pilares de la evaluación de proyectos
La mejor manera de entender lo que significa la evaluación de un proyecto, es compararlo con entrar a una habitación amoblada completamente oscura. Si no se lleva ningún elemento de iluminación existe un 100% de probabilidad que ni bien se ingrese se tropiece y caiga; pero si se tiene una fuente de luz, entonces se podrá mover con total libertad y sin miedo a causarse daño.
Pues bien, emplear las técnicas de evaluación de proyectos, equivale a
entrar en la habitación con sólo un fósforo encendido, permitirá
discernir los obstáculos, lo suficiente para que las probabilidades de
no tropezar se incrementen; pero no asegura que se pueda llegar al otro
extremo de la habitación sin sufrir ningún percance. En otras palabras,
invertir en un proyecto implica tomar una decisión hoy de una inversión
cuyos ingresos y egresos se producirán en el futuro; si se hace sin
aplicar las técnicas de evaluación de proyectos, es seguro que se
fracasará; pero empleándolas, la posibilidad de fracasar disminuye;
pero no se elimina.
Acuérdese (sino entonces lea p.f. el post anterior) que evaluar un
proyecto, implica determinar si genera valor para los accionistas a fin
de incorporarlo al portafolio de proyectos que denominamos empresa.
Contestar esa pregunta (¿genera o no valor?) se asienta en tres pilares
que, en conjunto, conforman las técnicas modernas de la evaluación de
proyectos.
La figura muestra claramente los tres pilares: el primero es proyectar
el flujo de caja del proyecto, el segundo es incluir el riesgo (esto es
la probabilidad que no ocurra lo que esperábamos) en la evaluación; y
el tercero, no por eso menos importante, es determinar la tasa de
rentabilidad (el famoso COK o el WACC) que se aplicará para descontar
los flujos futuros.
Empecemos con el primero. ¿Por qué es importante proyectar el flujo de
caja?, si bien eso lo revisé en el post ¿Caja o utilidad?…qué prefieren
ustedes, les voy a dar un ejemplo sencillo para afianzar este tema.
Imaginemos que es el 31.03.2011, usted y yo somos accionistas (50%/50%)
de una empresa a la que le ha ido muy bien en el 2010. Nos reunimos en
Junta General de Accionistas y acordamos repartirnos el íntegro de la
utilidad obtenida en forma de dividendos. Supongamos que esta asciende
a S/.10 millones, como somos socios en partes iguales, nos corresponde
entonces un suculento cheque de S/.5.0 millones para cada uno. Llegado
este punto levanto el teléfono y llamo al gerente financiero de la
empresa y le pido que para mañana tenga listos los cheques. Adivine que
me puede decir nuestro gerente… ¿no lo sabe?, pues que entre el
efectivo y las cuentas en los bancos sólo puede reunir S/.1.0 millón.
En conclusión, estimado lector, ¿quién paga los dividendos?… ¡aja!,
la caja y no la utilidad.
Como me dijo un profesor de finanzas en la maestría: “al final del día,
lo único que cuenta, es cuánto dinero te queda en el bolsillo”; por lo
que proyectar la utilidad, la misma que se deriva del estado de
resultados, no es una opción cuando queremos evaluar un proyecto.
Así como encontramos empresas apalancadas (con deudas) y no apalancadas
(sin deudas), también hallamos proyectos apalancados (donde en su
financiación, han participado accionistas y acreedores) y no
apalancados (donde sólo los accionistas, han puesto el dinero para
llevar a cabo el proyecto). Asimismo, existen sólo dos clases de flujo
de caja en evaluación de proyectos: el Flujo de Caja Libre (FCL) y el
Flujo de Caja del Accionista (FCA). Aquí vale la pena resaltar que,
dependiendo del autor, al FCL lo puede encontrar denominado como Flujo
de Caja Económico, Flujo de Caja Puro o Flujo de Efectivo No
Apalancado, en tanto que al FCA se le conoce también como Flujo de Caja
Financiero o Flujo de Caja Patrimonial.
El FCL, es lo que el proyecto deja en efectivo luego de cubrir sus
costos, pagar sus impuestos y efectuar las inversiones necesarias (en
activos fijos o capital de trabajo) para que siga en funcionamiento.
¿Por qué se le denomina libre?, pues muy fácil, ese efectivo que queda
está disponible (libre) para ser repartido entre los que aportaron el
dinero para la inversión. Sólo para accionistas, en caso de un proyecto
no apalancado; en tanto que en uno apalancado, para acreedores y para
accionistas (en ese orden).
El FCA como tal, sólo opera cuando el proyecto está apalancado; de otra
manera, el FCL es igual al FCA. Y se obtiene restando al FCL el
servicio de la deuda. Si lo quiere definir conceptualmente, es lo que
el proyecto le deja al accionista luego de cubrir sus costos, pagar sus
impuesto, efectuar las inversiones necesarias (hasta aquí es el FCL) y
PAGAR LAS DEUDAS contraídas para financiar el proyecto. No pierda de
vista que ese efectivo, se lo puede meter al bolsillo el accionista sin
ningún remordimiento, pues ya cumplió con todos: trabajadores,
proveedores, SUNAT, el mismo proyecto y con los bancos.
En la próxima entrega le daré unos tips para que pueda proyectar el flujo de caja de su proyecto.