Reflexiones del primer año de MBA
Cuando tomé la decisión de aplicar al programa de MBA, tenía muchas dudas: ¿Será la decisión correcta? ¿Es lo que necesito en este momento de mi carrera? ¿Valdrá la pena afrontar dos años sin ingresos?
Tras acabar las clases del primer año, aún no puedo responder si efectivamente fue la decisión correcta pues mucho detrás de esa respuesta está aún por venir (tanto en el segundo año como al terminar el programa). Sin embargo, puedo con certeza afirmar que esta experiencia ha sido sumamente transformadora y enriquecedora y, quizás, era exactamente lo que necesitaba en este punto de mi carrera.
Personas. Decir que estudiar un MBA en extranjero te ayuda a expandir tu red de contactos y desarrollar habilidades de networking queda sumamente corto. Durante estos dos primeros semestres, he tenido la suerte de compartir clases, conferencias y eventos sociales con estudiantes de más de 40 nacionalidades distintas, con puntos de vista sumamente diferentes, e historias y logros excepcionales. Me siento muy afortunada de poder aprender de todos y todas ellas y, también, de poder aportar a esta comunidad.
Perspectiva. Interactuar en un entorno tan diverso te permite ver el mundo desde una perspectiva totalmente nueva. La “perspectiva global” -como suelen resaltar en los flyers o páginas web de estas universidades- es real. No hay nada más enriquecedor que encontrar información nueva u opiniones distintas que te hacen replantear lo que creías correcto o veías de una forma específica; desaprender y volver a aprender.
Aprendizaje continuo. Soy una persona a la que le gusta leer, escuchar y nunca dejar de aprender. En línea con el punto anterior, estudiar un MBA me ha permitido actualizarme y participar en conversaciones sobre temas relevantes en la actualidad, como inteligencia artificial o cambio climático. Personalmente, lo que más valoro son todas las lecciones que me llevo sobre liderazgo: un nuevo estilo de liderazgo, responsable y con propósito, que cada vez está más presente en nuestra sociedad.
Finalmente, encontrarme. Estos meses me han servido para tomar una pausa, repriorizar (y preguntarme) qué quiero para mi. Creo que hoy tengo mucha más claridad sobre lo que busco en mi carrera profesional y, sobre todo, hoy me conozco mucho más como persona y ser humano.
Para terminar, quiero compartir que el orden de los puntos destacados no ha sido aleatorio; todo siempre empieza con las personas. No podría estar más agradecida por el grupo humano con el que he tenido el privilegio de compartir estos dos semestres y al cual tengo la suerte de llamar amigos. Estoy lista para el segundo año.