De la Diversidad a la Inclusión
Muchas veces oímos, como si fueran sinónimos, que muchas empresas o personas trabajan por la diversidad e inclusión. Pero ¿a qué nos referimos con estas dos palabras?
Cuando hablamos de diversidad, hablamos de lo que en nuestra sociedad es un común denominador. Somos una sociedad diversa, una mezcla maravillosa de raza, cultura, ideas, regiones, género, gustos entre muchas otras cosas que nos caracterizan. Así como nos caracterizan, también nos diferencian y muchas veces nos excluyen o nos ponen en una posición en la que no terminamos teniendo las mismas oportunidades que los demás. Está es una realidad que vemos a diario.
Cuando hablamos de inclusión, hablamos justamente de eliminar estas barreras que no nos permiten tener las mismas oportunidades. Partimos de justamente somos diferentes pero que no solo tenemos los mismos derechos, sino que queremos las mismas oportunidades. No es solo estar, sino ser parte dé. Como alguna vez me dijeron, “la diversidad es que te inviten a la fiesta, la inclusión, que te saquen a bailar”.
Entonces, si partimos de la premisa que somos una sociedad diversa, nuestro gran reto no es la diversidad, sino que esta es la consecuencia natural de nuestra esencia, pero sin duda, el reto se vuelve la inclusión. No es fácil garantizarle a todos las mismas oportunidades, no es fácil dejar de lados nuestros sesgos y tratar a todos de la misma manera, con el mismo respeto y con la misma amabilidad. Resulta ser un reto el que todos tengamos ese sentido de pertenencia, desde grupos pequeños, como en la escuela o con nuestros amigos, pasando por el trabajo o nuestro barrio, para seguir con nuestra comunidad y sociedad. Sentir que pertenecemos y que somos respetados es el primer paso para buscar esa tan ansiada inclusión. Sin duda si nosotros nos sentimos respetados e incluidos, será más sencillo poder gestionar nuestros sesgos a fin de tratarnos todos con reciprocidad. El cambio empieza por nosotros mismos.