Comunicación no verbal
Todo lo que nos rodea nos comunica algo. Somos seres sociales por naturaleza y
necesitamos expresar nuestras ideas y pensamientos; y aunque hoy se podría
decir que avanzamos a grandes pasos, esto es algo que existe desde siempre.
Aquí no daremos una clase de comunicación ni ahondaremos mucho sobre el tema, pero podemos decir, en líneas generales, que la comunicación interpersonal se realiza de dos maneras principalmente: La primera es la verbal, es decir, la que usa palabras y que puede ser oral o escrita. Esta representa solo un 7% del mensaje y el otro 93% corresponde a la no verbal, aquella que es transmitida sin palabras y es en la que utilizamos signos, sonidos y lo que conocemos como lenguaje corporal.
El lenguaje corporal se refiere a los gestos, actitudes, manos e incluso hasta la ropa que usamos. Todo esto comunica y envía mensajes e información a los demás.
Este asunto siempre ha llamado mi atención e interés, no solo en el resto, sino sobre todo, en mi misma. Constantemente me pregunto si estoy transmitiendo los mensajes adecuados, ya sea a mis jefes, clientes, subordinados, colegas, amigos, familia, etc.
Los expertos indican que una buena comunicación, es aquella donde el receptor entiende el significado del mensaje enviado por el transmisor, pero ¿qué pasa cuando nuestro lenguaje corporal no expresa el mensaje que queremos transmitir? Entonces, se crea interferencia.
Muchas dirán que no les importa, o que no es algo relevante, pero puedo apostar que han pensado en esto por lo menos alguna vez… ¿Qué impresión quiero causar?
Por ejemplo, cuando tienes una entrevista, ¿Cuál es tu rutina antes de la misma? Simplemente te presentas y ya o tratas de prepararte más. Es evidente que queremos impresionar a nuestro entrevistador ¿No es así? Vamos preparados sobre el tema, incluso simulamos preguntas tipo y nuestras respuestas. Además también nos preocupamos por nuestro aspecto físico, buscamos vernos mejor que cualquier otro día.
Incluso, si haces el ejercicio mental de ponerte en el papel de un entrevistador y recibieras a un postulante que llega desaliñado, poco aseado, a pesar de tener un excelente curriculum, ¿Qué impresión te dejaría?
En lo que respecta a la ropa no se trata de tener buen gusto o comprar cosas que estén de moda o costosas, se trata de estar a gusto contigo misma de sentirse cómoda, que lo que tengas puesto te dé confianza, que refleje tu personalidad porque creas o no, todo esto sustentará tu mensaje. Pero ¿Qué pasa si tienes el vestuario adecuado y el cuidado personal idóneo, pero tus gestos faciales, tus manos, mirada y demás dan otro mensaje? Se vuelve a crear interferencia.
Muchas veces observo a mi alrededor excelentes profesionales, comprometidas, responsables y con un real interés por crecer y salir adelante; sin embargo, su lenguaje corporal y vestimenta son totalmente el opuesto. Me pregunto si realmente son conscientes de la interferencia que están causando en su comunicación. Esto es aún más importante de lo que puedan pensar, sobre todo en otros ámbitos de la vida cuando queremos decir NO, pero nuestro lenguaje corporal está diciendo SI.
Como pueden ver, todo está relacionado y no podemos simplemente no darle importancia. Como les comenté en el post anterior, lo interesante aquí es que vayamos aprendiendo, identificando esas debilidades (yo tengo varias en mi lista) que debemos corregir u ocultar, pero al menos empezar siendo conscientes de ellas. No se trata de ser perfectas si no de ser la mejor versión de nosotras mismas!
Esta es solo una introducción que abrirá paso a otro tema interesante que veremos más adelante relacionado al posicionamiento. Es decir, qué lugar ocupamos en la mente de nuestros clientes, jefe o prospecto de jefe, etc.
En próximos posts iremos entrando más en detalle en este tema tan interesante, compartiremos tips y recomendaciones que estoy segura serán muy útiles para todas nosotras y por supuesto será aún más rico si podemos retroalimentarnos, por eso siempre sus comentarios serán muy apreciados!
“La ropa es el mobiliario de la mente a la vista”. (James Laver)
Fuente: Stephen P. Robbins. Administración, 2005.