No solo hay que serlo, sino parecerlo
Hay frases, dichos, refranes, que me encantan y que constantemente dan vueltas en mi cabeza ya que me ayudan a explicar e incluso analizar mejor varias situaciones.
Y esta famosa frase que originalmente citaba: “La mujer del César no sólo debe ser honrada; sino también parecerlo” es una de ellas. Si bien es cierto, esta frase refería a que las personas no solo deben parecer correctas y éticas, si no también parecerlo, para mi también tiene otra connotación referida a nuestra imagen personal.
Cada vez que tengo una reunión con un cliente corporativo y me habla de la imagen personal de sus colaboradores, siempre coinciden en varios puntos. Muchos creen que es una problemática que sólo les pasa a ellos, pero lo cierto es que los problemas de Imagen de los colaboradores es una constante en casi todas las empresas a las que visito.
Todas las empresas tienen una Imagen Corporativa que no es otra cosa que su identidad como ente. Se refiere a cómo es percibida por las personas y que se refleja en su cultura, sus valores y su propuesta de valor. Se expresa a través de la identidad visual de la empresa con los colores elegidos, los símbolos, el logo, el slogan. Y por supuesto, los empleados también forman parte de ésta. Por eso es fundamental que las empresas hagan una buena selección.
Muchas veces las empresas quieren ser percibidas de una manera y posicionarse así, sin embargo, la realidad no siempre es la esperada. Y definitivamente son varios los factores que pueden ayudar o entorpecer este proceso. Y uno de estos factores claves por supuesto que son los colaboradores.
Y hablando de los colaboradores… ¿qué pasa cuando la Imagen Personal de éstos no está en sintonía con esta Imagen Corporativa que la empresa quiere proyectar? Pues aquí empiezan varios problemas.
Siempre me pregunto, porqué nos cuesta tanto comprender que es la empresa que nos contrata la que decide la imagen que quiere proyectar, y cuando uno entra a trabajar a algún lado, debe de amoldarse al estilo y esencia de la empresa y no al revés.
Ojo, no digo que uno deba cambiar quien es, ni fingir ser quien no es. Pero lo cierto, es que tenemos la opción de elegir si queremos trabajar en tal o cual empresa. Si por ejemplo, no nos gustan estas reglas, no tenemos que seguirlas, podemos decidir no entrar a trabajar ahí y optar por otra que esté más adecuada a nuestros propios objetivos personales y profesionales.
Les pongo un ejemplo de un caso que a mi me pasó. Años atrás entré a trabajar en una empresa, donde uno de los principales valores era la puntualidad. De hecho, los dueños y directores eran sumamente estrictos al respecto. Ellos daban el ejemplo, pues siempre eran los primeros en llegar, pero exigían de una manera bastante dura y fuerte que sus trabajadores también lo fueran.
Sin embargo, no todos lo eran. Habían constantes llamadas de atención, regulación, control e incluso exposición pública a todo aquel que no cumplía con dicha norma. Tal vez para algunos podría sonar exagerado, pero yo me pregunto, ¿porqué yo tendría que definir qué es importante o no para la empresa, si no es MI empresa?
Yo tenía la opción de aceptar sus reglas de juego o no. De hecho, conozco gente bastante consecuente, que renunció, porque no estaban dispuestos a sacrificar nada por ser puntuales y decidieron irse. Pero por otro lado, había un gran grupo de personas a que pesar que la empresa los incitaba a la puntualidad, hacían oídos s
ordos, como una especie de rebeldía hacía sus empleadores, lo que mellaba no solo su propia imagen personal, sino la de la empresa.
Lo mismo pasa cuando queremos imponer nuestra propia imagen por encima a la de la empresa. Si la empresa quieren dar una imagen de seriedad y confianza, pues yo, que también soy parte de la empresa debo no solo serlo, sino parecerlo también. Si por el contrario, la empresa es más cercana, creativa, innovadora, etc, cualquiera fuera la imagen corporativa, pues yo también, debería buscar estar alineado con el mensaje. Sino, creamos perjuicios no solo para la empresa, sino también para nosotros.
Y ojo, ojito aquí no estamos diciendo que “aparentemos” ser algo que no somos. Sino, que si ya lo somos, pues que todo lo que compone nuestra imagen también lo demuestre. Yo puedo ser muy hábil, tener los estudios y conocimientos, la experiencia, ser muy competente, pero si mi apariencia externa no lo demuestra seré poco creíble y le dificultará a los demás saber más de mi, al menos de primera impresión y cuando aún no nos conocen bien. Imagínense la cantidad de gente con la que nos relacionamos, necesitamos de mensajes rápidos para comprendernos y relacionarnos mejor.
Sólo para recordar, nuestra imagen no solo es la ropa que me pongo. Es mi cuidado personal, mi actitud, mi lenguaje verbal y no verbal y por supuesto la indumentaria que utilizo día a día.
Queramos aceptarlo o no, todo, absolutamente todo comunica mensajes a los demás.
Para terminar quería contarles de algo que leí ayer y que me dejó una gran reflexión. Si vas caminando por la calle y encuentras una caja chancada, sucia, rota, lo más probable es que ni siquiera quieras ver que hay adentro, pues seguramente pensaremos que es basura. Pero si en vez de esa caja, encuentras una pequeña de un terciopelo azul, es más probable que quieras abrirla, porque te está dando señales que tal vez haya una joya preciosa. Que podemos equivocarnos, eso es obvio, hay “hermosas cajas azules de terciopelo” que no tienen nada adentro, por eso primero hay que SERLO antes de sólo PARECERLO.
Recuerden, la imagen no lo es todo, ni es lo más importante, pero es un excelente punto de partida para nuestras relaciones, para comunicarnos, para establecer vínculos positivos y favorables con los demás.
Entonces, ahora pongamos en práctica en serlo y parecerlo.
¡Hasta la próxima!
web: http://www.divinaejecutiva.com
mail: fiorella@divinaejecutiva.com
redes sociales: @divinaejecutiva