La economía mundial en el 2015 (por Juan Mendoza)
La economía peruana, pequeña y abierta, depende sobremanera de la economía internacional. La reciente desaceleración del crecimiento en el Perú, consecuencia de la caída de los términos de intercambio, es meridiana manifestación de esta dependencia. Este artículo discute las perspectivas de la economía mundial en el 2015 y sus posibles efectos sobre nuestro país.
Hay varias fuentes de incertidumbre sobre el devenir económico internacional en el 2015. La primera es la velocidad de desaceleración del crecimiento económico en la China. El consenso de las proyecciones indica que el país asiático crecerá algo más de 7% en el 2015. Aunque 7% sería una tasa envidiable para muchos países, esta tasa es bastante menor al crecimiento de dos dígitos que China mostraba al inicio de la década, y apenas suficiente para evitar un aumento en la tasa de desempleo debido a las enormes masas de población que se integran al mercado laboral. Para algunos economistas, como Paul Krugman, la desaceleración china es la primera señal del fracaso del modelo chino de crecimiento, basado en una moneda artificialmente barata, con serias distorsiones en los mercados laboral y financiero, y con rampante corrupción pública y privada. Ciertamente uno podría preguntarse si es que no hay ya una crisis de sobre-inversión en la China pues la tasa de crecimiento debería ser mayor habida cuenta que el país invierte cerca de la mitad de su PBI. Con todo, una desaceleración china mayor a la esperada en el 2015 se traduciría en menores términos de intercambio para el Perú.
La segunda fuente de incertidumbre internacional tiene que ver con el crecimiento económico en las economías industrializadas. Más precisamente, con la divergencia entre los Estados Unidos, que se está recuperando a tasas vigorosas en los últimos meses, y el resto de las economías desarrolladas, que muestran tasas de expansión declinantes o nulas. Así, por ejemplo, la economía estadounidense creció 5% en el tercer trimestre del 2014, la mayor tasa de expansión en once años. Asimismo, se espera que el gigante norteamericano se expanda 3% en el 2015, una tasa de crecimiento similar a la observada en la dorada década de los noventa. Por el contrario, Europa y Japón, han tenido un desempeño decepcionante en el 2014. En Europa, la locomotora alemana parece haberse quedado sin fuerza para arrastrar al viejo continente: se espera que la economía germana crezca 1.4% el presente año. Para el 2015 se proyecta, con optimismo, un crecimiento cercano al 1% para toda la Eurozona. Peor es todavía la situación del Japón, que exhibe dos trimestres de crecimiento negativo, y en donde el otrora entusiasmo por la heterodoxa política monetaria conocida como “Abenomics” se ha convertido en franco pesimismo.
En suma, una pregunta fundamental para el 2015 es si la fortaleza de los Estados Unidos será suficiente para contrarrestar la debilidad en Europa y en el Asia. En otras palabras, ¿será Estados Unidos capaz de inducir suficiente dinamismo a la demanda agregada mundial? o, por el contrario, ¿será Estados Unidos contagiado del mediocre crecimiento en Europa y el Asia? Para algunos la situación se asemeja a la observada a finales de los noventa cuando el optimismo de los inversionistas se centraba en los Estados Unidos, en medio del marasmo del Japón y las dificultades de la reunificación alemana. Soy optimista con respecto al crecimiento de los Estados Unidos porque es hoy el país con mayor libertad económica y menor intervención estatal entre las economías grandes del mundo. Y esa mayor libertad le da una ventaja competitiva decisiva que ya se manifiesta en un incremento en su liderazgo mundial en campos tecnológicos claves, como la computación y la energía, en los últimos años. No soy tan optimista sobre el resto del mundo. Lamentablemente, las exportaciones de nuestro país dependen casi en partes iguales de los Estados Unidos, Europa y la China.
Una tercera fuente de incertidumbre tiene que ver con el precio del petróleo. El marcado descenso de la cotización del petróleo ha sido bienvenido por muchos. Más aún, los mercados a futuro vaticinan precios cercanos a los US$ 40 por barril hacia el final del 2015! Sin embargo, una caída muy rápida en el precio del petróleo conlleva riesgos. Para comenzar, el grueso de la industria de extracción de esquisto en los Estados Unidos, una de las ramas de producción más dinámicas desde el 2005, no es rentable si el barril de petróleo se sitúa por debajo de los US$ 60. Además, algunos países exportadores de petróleo, como Rusia, Nigeria y Venezuela, sufrirían un colapso macroeconómico que podría llevarlos a entrar en default en los meses venideros; amén de la posibilidad de consecuencias geopolíticas imprevisibles. Asimismo, descensos abruptos en el petróleo en el pasado, han estado asociados a caídas en precios de los “commodities” como el cobre, el zinc, y la plata.
Finalmente, de acuerdo a las últimas señales de la Reserva Federal, no parece que las tasas de interés en el mundo vayan a incrementarse rápidamente el próximo año. Sin embargo, deberíamos esperar un dólar fuerte, precios de nuestras exportaciones estancados o declinantes, y el riesgo de crisis financieras en algunos mercados emergentes. Todos estos factores sugieren una urgente revisión de la política monetaria en el Perú.
Publicado en Gestión, Bajo la Lupa, pág. 16, 31 de diciembre de 2014.