La urgente reforma de las AFP (por Juan Mendoza)
El sistema previsional peruano es ineficiente. Las comisiones son las segundas más altas de América Latina, la rentabilidad de las AFP es cuatro veces las de los fondos que administran, para no hablar de la ONP que es un desastre por donde se la mire. La cobertura es lamentable: apenas uno de cada cuatro peruanos recibe pensión de la ONP o de las AFP. La popularidad de Pensión 65 es señal meridiana de la necesidad de reformar las pensiones.
Eliminar el ahorro forzoso sería lo ideal porque no hay evidencia de que sirva para nada excepto para coartar la libertad de las personas. Porque si pensamos que hay que obligar a la gente a ahorrar porque son miopes, entonces también deberíamos prohibir las tarjetas de crédito. Pero como la viabilidad política de eliminar el ahorro forzoso es dudosa, me concentraré en cambios al sistema previsional que no deberían encontrar mayor oposición.
Para comenzar hay que dar de baja a la ONP. Primero porque ofrece una rentabilidad cercana a cero. Segundo porque, como no ofrece pensión a quienes cotizan menos de 20 años, en la práctica confisca los aportes de muchos trabajadores. Tercero porque, como organismo estatal, tiene todavía menos incentivos a ser eficiente que las AFP.
Se debe eliminar la absurda subasta de nuevos afiliados que ha resultado ser un rotundo fracaso para reducir en serio las comisiones. Además, estas subastas son una afrenta a las personas al tratarlas como objetos, como se hacía en la época de las encomiendas. Más bien, se debe disponer ipso facto que las comisiones se cobren sobre el saldo para alinear mejor los incentivos. Asimismo, se debería requerir que las AFP ofrezcan una rentabilidad mínima a los aportantes. Esta rentabilidad podría ser las de los bonos del Tesoro estadounidense de largo plazo. Si las AFP son eficientes no debería haber razón alguna por la cual no puedan superar esta mínima rentabilidad.
Se debería, además, permitir que las personas dispongan del integro de sus fondos al llegar a la jubilación. Esgrimir como argumento que los abuelos, que tienen toda una vida de experiencia acumulada, van a correr al casino a apostar sus ahorros no es razonable.
Asimismo, se debería permitir que los fondos sean utilizados como garantía, parcial o total, en la adquisición de inmuebles o para financiar la educación de los cotizantes antes de la jubilación. Nuestro sistema previsional debe dejar de ser un obstáculo a la búsqueda de la vivienda propia y a la mejora educativa, que son evidencia cristalina de cómo las personas se preocupan por su futuro.
Es hora que los candidatos presidenciales nos digan qué reforma previsional tienen en mente. ¿Quieren seguir con el sistema actual y arriesgarse a que mañana venga una reforma socializante y todavía más confiscatoria de la libertad?
Mis propuestas tienen como tema central el traer el mercado a las pensiones y reducir la sobre-regulación para fomentar la competencia y la eficiencia. Considero que la discusión sobre las pensiones debe incluir a toda la sociedad civil, y no solo a los “expertos”. Propongo, eso sí, que cuando alguien opina sobre el tema debe manifestar si tiene algún conflicto de interés. Por ejemplo, si alguien es empleado de una AFP, de una compañía de seguros, o de la ONP, debe dejarlo en claro al opinar para evitar malos entendidos. El que suscribe tiene como único interés el contribuir, modestamente, al debate nacional sobre la mejora de nuestro sistema previsional.
Juan Mendoza, Lima 23 de octubre de 2015.
Publicado en Gestión, Página 21, (23-Oct-2015).