¿Qué es una burbuja especulativa? (Primera parte)
La mayoría de crisis financieras ha estado asociada a la conformación y posterior colapso de una burbuja especulativa en el precio de algún activo. El activo puede ser financiero, como una acción, o no financiero, como una vivienda o una materia prima. También puede ser el tipo de cambio, en cuyo caso asume el nombre de crisis cambiaria. El colapso de la burbuja inmobiliaria en el 2006 precipitó la crisis financiera del 2007. Las crisis financieras por lo general siguen a una burbuja en el precio de un activo.
El uso común del sustantivo burbuja alude al crecimiento explosivo y no sostenible en el precio de un activo durante un período corto de tiempo: explosivo, en el sentido que la trayectoria no puede ser explicada en su totalidad por razones fundamentales, y no sostenible, porque luego del crecimiento desmedido sigue una disminución casi de la misma magnitud.
En ambas fases, predominan aspectos sicológicos del comportamiento de los inversionistas: primero, excesivo optimismo y, luego, pesimismo. Por lo tanto, una burbuja está asociada al incremento dramático en el precio de un activo seguido por el colapso del mismo y aparece cuando el precio excede al valor fundamental, es decir, ante una desviación en el precio de un activo que no puede ser explicada por los fundamentos, como la tasa de interés o el crecimiento de la productividad.
Dicho de otro modo, en teoría el precio de un activo puede separarse en un componente determinado por razones fundamentales y otro componente especulativo, que refleja la euforia o depresión irracional del inversionista. El segundo corresponde a la burbuja, que tiende a ocurrir porque el inversionista tiene la expectativa o creencia de que podrá revender el activo a un precio mayor en el futuro.
La historia financiera está colmada de ejemplos que muestran una evolución de los precios semejantes a una burbuja. Las primeras fueron la tulipmanía en Holanda (1636-1637), la burbuja del Mississippi (1719-20) y la burbuja del Mar del Sur (1720). Luego aparecerían burbujas relacionadas no solo con las acciones, sino con las viviendas, los ferrocarriles, las deuda, etc.
La definición descrita es sencilla, pero problemática. No solo es imprecisa, sino que es ambigua. En primer lugar, está el problema de la identificación o detección de una burbuja: ¿cuánto debe subir el precio de un activo y a qué rapidez para calificar como burbuja?, ¿cuándo un aumento en el precio de un activo corresponde a una burbuja y cuándo no? Ambas preguntas son válidas, pues los precios pueden tener variaciones bruscas, sin que ello configure una burbuja.
En segundo lugar, ¿cómo saber cuál es el valor fundamental de un activo, de modo que podamos concluir que una desviación del precio respecto de ese valor constituye el inicio de una burbuja? En tercer lugar, ¿qué origina una burbuja? En cuarto lugar, bajo el supuesto de haber superado los obstáculos anteriores, ¿puede desinflarse la burbuja sin desencadenar una crisis financiera? O planteado de otro modo, ¿toda burbuja origina una crisis financiera?(1) En quinto lugar, ¿cuál es la respuesta apropiada de política?
Comencemos por la definición. Una burbuja financiera es una situación temporal, caracterizada por una elevación en el precio de algún activo más allá de su valor fundamental, medido como el valor presente del flujo esperado de rendimientos del activo, descontados a una tasa que refleje las preferencias del inversionista(2).
Desde luego, el problema es cómo saber que el aumento en el precio tiene como causa una mejora en los fundamentos o solo sube por un tema de expectativas, es decir, psicológico. En el primer escenario no habría burbuja, sino un movimiento en el precio. Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía del 2001, sostiene que la intuición detrás de una burbuja es simple: “si la razón por la cual el precio es alto hoy es solo porque los inversionistas creen que el precio de venta de mañana será mayor, sin que los factores fundamentales justifiquen ese precio, entonces existe una burbuja”.
¿Fundamentos o especulación? La separación es compleja y no existe consenso al respecto. El problema es que las recomendaciones de política dependerán de la aceptación de una u otra posición, por lo que no es una simple curiosidad académica.
Por ejemplo, la percepción respecto del precio de un activo puede cambiar si aparecen noticias nuevas y positivas respecto de la economía. En ese caso, aumenta la demanda por el activo y con ello su precio sin que sea una burbuja, pues está justificado por los fundamentos del mercado. ¿Y si el anuncio original es falso? El inversionista sigue al mercado e incorpora la información disponible para tomar decisiones.
En el caso descrito, ¿el resultado será o no una burbuja?
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(1) Una burbuja no es igual a una crisis financiera. Un boom en el precio de un activo implica huir del dinero e ir sobre el activo, mientras que una crisis financiera alude a lo contrario, a huir del activo e ir sobre el dinero u otro activo más seguro. Además, no todo estallido de una burbuja genera una crisis financiera, aunque la mayoría de estas últimas han estado precedidas por la primera.
(2) En el caso de una acción, el valor fundamental es igual al valor presente de los dividendos esperados, descontados a los tipos de interés esperados. A mayores dividendos, mayor valor presente.
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