¿Qué pasa con el precio del oro?
A lo largo de la historia el oro ha sido considerado un “activo refugio”, es decir, la opción más segura y menos riesgosa, cuya demanda aumenta cuando otras inversiones se tornan inciertas. Hace un par de semanas, el economista Nouriel Roubini, conocido porque fue uno de los pocos que predijo el colapso inmobiliario de los Estados Unidos de 2008, publicó un artículo denominado, “After the Gold Rush”. Roubini pronostica una caída del precio del oro de una magnitud que afectaría al Perú, considerando que representa la cuarta parte de nuestras exportaciones.
A inicios de 2009 el precio del oro fue de 800 dólares la onza y llegó a 1900 a mediados de 2011; de ahí en adelante la tendencia ha sido hacia la baja; en abril de 2013 disminuyó a 1400 dólares y el pronóstico es 1000 dólares en 2015. Roubini señala que hubo una burbuja, es decir, una elevación no explicada por los fundamentos sino más bien por la especulación. Si recordamos 2009 fue un año en el cual el mundo atravesó una “recesión sincronizada” debido a los impactos de la crisis financiera de las economías avanzadas; en esas condiciones era esperable que los inversionistas migren hacia un activo más seguro como el oro, aunque también es cierto que luego pueden desarrollarse elementos especulativos. Se invierte en oro con la idea que luego suba: “comprar barato hoy para vender caro mañana”.
Más allá de que la predicción sea o no correcta, resulta interesante comentar las seis razones que sostienen su visión. En primer lugar, a pesar que ante un período de turbulencia financiera internacional como la ocurrida a partir de 2008, el oro aparece como opción, no siempre es rentable, pues el precio del oro es volátil. ¿Por qué? La restricción crediticia, típica del escenario descrito, genera que los inversionistas vendan y compren ante la necesidad de efectivo; la volatilidad o inestabilidad reduce la seguridad de la inversión.
En segundo lugar, el oro es más atractivo cuando existen riesgos inflacionarios. Sin embargo, considerando la enorme inyección de liquidez de la Reserva Federal, Banco Central Europeo y Banco de Japón, esa posibilidad es muy remota, pues la inflación es muy baja. Como consecuencia, el precio del oro está siguiendo la misma tendencia de la inflación.
En tercer lugar, a diferencia de otros activos, el oro no genera ninguna “renta”, a diferencia de un bono, una acción o una simple cuenta de ahorro; la ganancia solo viene del aumento en su precio. En la medida que la economía mundial se está recuperando, otros activos comienzan a ser menos riesgosos y como generan un ingreso adicional, los inversionistas lentamente venden el oro que tienen y compran esos activos; es decir, invertir en oro sirve en la medida que la crisis y la turbulencia financiera se mantengan.
En cuarto lugar, el precio del oro sube cuando el interés que generan el efectivo y otros activos es negativo, que no es el caso, dada la recuperación de la economía mundial. Dicho de otro modo, en algún momento no lejano, la Reserva Federal dejará de inyectar dólares (Ben Bernanke, Presidente de la Reserva Federal, ya ha anunciado que lo está evaluando); en esas condiciones la tasa de interés real pasará de negativa a positiva y otros activos se tornarán atractivos.
En quinto lugar, varios de los países endeudados tienen importantes cantidades de oro guardadas; en abril de 2013, las autoridades chipriotas anunciaron que venderían una parte de sus reservas en oro para pagar sus deudas y el resultado fue una caída en el precio del oro de 13% en horas. Y ese comportamiento puede ser imitado por otras economías europeas.
En sexto lugar, las monedas cumplen tres funciones: depósito de valor (ahorro), unidad de cuenta (en qué unidades se expresan los precios) y medio de cambio (el uso para comprar y vender otros bienes); el oro solo cumple la primera función, pues los precios no se expresan en oro ni tampoco las transacciones se hace en oro.
Por lo tanto, el argumento de Roubini señala que el oro es un activo de refugio solo en episodios de turbulencia financiera internacional; en la medida que a economía mundial se está recuperando, su demanda se reducirá y con ella, su precio. Los impactos sobre el Perú se darían a través de las exportaciones que mantendrían así su tendencia hacia la baja.
Más allá de creer o no creer en la predicción, es una posibilidad que no podemos dejar de lado. ¿Acertará nuevamente Roubini?