Pobreza en América Latina
Hace una semana la Cepal (Comisión Económica para América Latina) presentó el Panorama Social de América Latina 2013, con cifras actualizadas de pobreza y distribución de ingresos para la región. Veamos los principales resultados.
En primer
lugar se mide la pobreza monetaria, definida como la insuficiencia de ingresos
para comprar una canasta básica de alimentos; es una medida unidimensional de
la pobreza en contraposición a medidas multidimensionales, que también son abordadas
por el documento pero con menor profundidad. ¿Qué nos muestra la evolución de
la pobreza monetaria en América Latina? Pues que se ha desacelerado la
reducción de la pobreza. Mientras que en 2002 la pobreza alcanzaba a 43.9% de
la población en 2012 bajó a 28.2% y en 2013 a 27.9%. La indigencia o pobreza
extrema (insuficiencia de ingresos para comprar una canasta que contenga solo
alimentos) se redujo de 19.3% en 2002 a 11.3% en 2012 para experimentar un
ligero aumento a 11.5% en 2013.
En
segundo lugar, en la medida que la información anterior está en porcentajes,
debemos agregarle el crecimiento poblacional. En 1980 existían 136 millones de
pobres, cifra que se elevó a 225 millones en 2002. Luego se redujo hasta llegar
a 164 millones en 2013. En términos simples, el porcentaje de pobres disminuyó
entre 1980 (40.5%) y 2013 (27.9%), pero el número de pobres aumentó de 136 a
164 millones en el mismo período. Lo mismo sucedió con el número de indigentes
que entre 1980 y 2013 aumentaron de 62 a 68 millones de latinoamericanos. En
tercer lugar, el porcentaje de pobres en Perú fue de 25.8% en 2012, cifra menor
al promedio regional, que ascendió a 28.2%.
En cuarto
lugar, la pobreza multidimensional, se midió a partir de carencias en dos de
las siguientes necesidades básicas: agua y saneamiento, energía, vivienda y
educación. Quienes tenían dos o más necesidades básicas insatisfechas de las
cuatro analizadas eran pobres multidimensionales. Perú tiene 40.5% de pobres
multidimensionales, mientras que Chile, 2.2% y Nicaragua, 71.4%, que son los
extremos. Cabe mencionar que detrás de Perú solo se encuentran países
centroamericanos, a excepción de Paraguay (46.6%) y Bolivia (48.1%). En otras
palabras, en el Perú hay pobres “por ingresos” y “pobres por necesidades
básicas insatisfechas”.
En quinto
lugar, la pobreza monetaria infantil y adolescente ascendió en 2011 a 63%. Si
bien es cierto es menor al 87% del año 2000, no deja de ser una cifra
extremadamente alta para un país que tiene como objetivo la inclusión social. La
inversión en capital humano es clave para el crecimiento económico futuro. En
sexto lugar, la distribución de ingresos medida por el coeficiente de gini, se
redujo en Perú de 0.525 en 2001 a 0.449 en 2012. [1]
La
recomendación es obvia: para igualar las oportunidades se requiere de políticas
públicas, que garanticen educación y salud de calidad, agua y desagüe, energía
eléctrica, entre otros, sin distinción de ningún tipo. Ahí deben estar las
prioridades y políticas de estado. De lo contrario nuestras cifras
macroeconómicas no se reflejarán en un aumento en el bienestar de la población.
¿Por qué no es posible hacerlo?