¿Qué podemos esperar este año 2014?
En general, los economistas no somos acertados haciendo proyecciones. Basta revisar cualquier proyección de fines de 2012 y luego ver lo que realmente ocurrió en 2013. Pienso que nos falta humildad, pues nadie es capaz de ver el futuro, que por definición es incierto. Lo único que podemos ver son tendencias que seguirán así, solo si se mantiene el escenario existente en el momento de la proyección.
Por esa razón cuando se hace una proyección se “asumen” escenarios para la evolución de otras variables. Por ejemplo, podemos decir que la economía peruana crecerá alrededor de 6% siempre y cuando entren en funcionamiento los proyectos mineros previstos y exista demanda por lo que producirán. Sin embargo, muchas variables no son controladas por los diseñadores de política económica, por lo que hasta la proyección más seria tiene casi la misma probabilidad de acertar que de fallar.
Dicho esto y asumiendo que lo que ocurre hoy, tanto dentro del Perú como en el exterior, ¿qué podemos esperar? Comencemos con el ámbito externo. En primer lugar, una continuación del “tapering”, es decir, del retiro del programa de estímulo económico en los Estados Unidos, salvo que la desaceleración llegue a un punto en que convenga mantenerlo. En segundo lugar, una eurozona con problemas de deuda y déficit fiscales no resueltos. En tercer lugar, un crecimiento de China que fluctuará entre 7% y 8%. En otras palabras, un crecimiento mediocre.
En América Latina, si nos guiamos por las últimas proyecciones presentadas por Cepal en diciembre de 2013, se espera un crecimiento de 3.2% en 2014, luego de crecer 2.6% en 2013. Perú crecería 5.5%, mientras que los gigantes de la región, México y Brasil sólo lograrían tasas de 3.5% y 2.6%, respectivamente. Panamá sería la economía de mayor crecimiento en la región. América Latina enfrentará una mayor volatilidad externa y un acceso al financiamiento más caro.
Si a eso le sumamos los problemas políticos dentro del Perú y la casi nula posibilidad de implementar reformas para lograr el “crecimiento con inclusión”, es probable que este año tengamos “más de lo mismo”: un año mediocre, a pesar de las cifras económicas. Inclusive no todas ellas son auspiciosas. Dos me preocupan: la brecha externa y la posición fiscal.
La brecha externa se define como el exceso de importaciones sobre exportaciones. ¿Qué ha pasado? Pues que las exportaciones han caído por la desaceleración de China y los problemas en la eurozona y Estados Unidos y las importaciones se han mantenido creciendo gracias a la mayor demanda interna sostenida en el aumento del crédito interno. Las personas obtenemos créditos (sea vía tarjetas o cualquier otro tipo de préstamo) y con eso compramos bienes que, en su gran mayoría, son importados.
Otra que nos debe hacer pensar. El déficit fiscal aparece cuando el gobierno gasta por encima de sus ingresos. Los ingresos provienen de impuestos, los que a su vez, dependen del crecimiento económico. Al crecer más lento, se recauda menos; como los gastos no bajan, entonces aparece un déficit fiscal que se cubre con mayor deuda.
No me animo a brindar cifras estimadas. Lo único que busco es notar que el escenario no se ve tan favorable. ¿Tendremos capacidad de reacción? ¿Se destrabará la situación política? ¿Qué pasará en el contexto externo? ¿Qué piensan estimados lectores?