¿Por qué todos creen tener la razón al mismo tiempo?
Vivimos momentos complicados, caracterizados por una muy baja credibilidad en las instituciones. Por un lado, la pandemia sacó a flote problemas y necesidades de una gran parte de la población que tienen décadas de existencia; por otro, la incertidumbre electoral genera casi una batalla entre dos bandos, en que parece que quien insulta más, es el ganador. Además, aparecen los expertos de diferentes áreas explicando qué habría que hacer para solucionar los problemas. Lo curioso es que todos creen tener la receta correcta. ¿Cómo puede ser posible que todos tengan la razón al mismo tiempo? Esto ocurre por una serie de razones.
Primero, cada persona tiene una manera de ver los hechos, que no tiene que ser igual a la del resto. El problema no está ahí, sino en que cada uno trata de imponer su visión y en estos tiempos de redes sociales, lo peor es que lo hace descalificando al otro. Pensar distinto es positivo, es el camino para acercarnos a la verdad. Tarea 1: respetar las ideas diferentes.
Segundo, la realidad es compleja. Esto parecen no entenderlo quienes plantean soluciones simples. Cualquier propuesta se enmarca dentro de una realidad que tiene distintas dimensiones como, por ejemplo, la política, la institucional, etc. Si no tomamos en cuenta esos factores, estaremos pensando “en el aire” y no podremos aplicar nada. Tarea 2: conocer la realidad en las que queremos aplicar alguna idea. No copiar, pero sí adaptar.
Tercero, solo con buenas intenciones no logramos mucho. Hay que preguntarnos: ¿se puede aplicar o no? ¿Cuánto cuesta? ¿De dónde sale el dinero? ¿En cuánto tiempo veremos los impactos? Tarea 3: evaluar cada alternativa que proponemos.
Cuarto: ver qué es lo que funciona y qué no funciona. Esto significa dos cosas: por un lado, investigar antes. No pensar que, porque algo suena bien, es la solución; por otro, ver las consecuencias no solo inmediatas, sino las que vienen luego. Existen innumerables ejemplos en los que el remedio resulta ser peor que la enfermedad. Tarea 4: hacer el análisis inmediato y el posterior, en especial, los impactos de aquellos a los que se quiere beneficiar.
Quinto: basar las sugerencias en evidencia empírica, en data. No hacer recomendaciones que no tengan un sustento en conocimientos y experiencias previas. No hay mucho por inventar en economía. Tarea 5: Sustentar en evidencia empírica cualquier recomendación.
Las cinco tareas planteadas no agotan las opciones. Hay muchas más. Sin embargo, si logramos un acuerdo mínimo, podremos bajar el nivel de agresividad y reducir la intolerancia, que solo está llevando a una pugna entre buenos y malos. Y ese es el camino equivocado.