Sobre la rebaja de la calificación crediticia del Perú
Imagine que usted se acerca a una entidad financiera a pedir un préstamo. Antes de otorgárselo y definir la tasa de interés, revisan su historial crediticio, su situación actual y qué se puede pensar sobre sus ingresos futuros. ¿Y quién se encarga de hacerlo? Pues existen instituciones especializadas en esa tarea. Las entidades financieras usan esa información para tomar la decisión. Un ejemplo es Infocorp.
Lo mismo pasa con los gobiernos: tienen deudas y probablemente requieran endeudarse más adelante. En ese caso, las calificadoras de riesgo internacionales hacen la tarea de evaluar a cada país y le ponen una nota. A mayor nota, menor riesgo futuro que el país incumpla con sus pagos. A menor nota, mayor riesgo y, por lo tanto, cuando el gobierno pida un préstamo, lo podrá tener, pero a una tasa de interés más alta. Entonces, la calificación refleja el riesgo futuro de no pago de la deuda. La información es tomada por los que le prestan a un gobierno (los que compran bonos) y en la siguiente emisión de bonos, lo más probable es que la tasa de interés sea mayor. En términos simples, será más caro endeudarse.
Desde 2008, Perú está en una categoría llamada “grado de inversión”, que es el nombre usado para los buenos pagadores. Si un país está por debajo de ese nivel, se denomina “grado especulativo” o alto riesgo. Cada “grado” tiene varios niveles. Perú aún se encuentra en grado de inversión, pero ha bajado de nivel dentro de la misma categoría.
Lo que ha pasado hace unos días es que la agencia calificadora Moody’s nos ha bajado la nota; no lo ha hecho porque tengamos un mal historial, ni tampoco porque tengamos problemas de pago ahora. Lo ha hecho por las implicancias del entorno político actual. Moody’s señala que “el entorno político continuamente polarizado y fracturado ha aumentado el riesgo político y ha debilitado materialmente la capacidad de formulación de políticas. Estas condiciones han afectado negativamente la confianza de los inversionistas y han dañado la resistencia económica peruana. Eso ha afectado de manera negativa las perspectivas crediticias de Perú a mediano y largo plazo”. El jueves pasado bajó la calificación de cinco bancos, por el mismo temor.
Es una mala noticia para el Perú. Y afectará a todos. Las tasas de interés subirán, tanto para el gobierno como para cualquiera que quiera endeudarse para poner un negocio, tomar un crédito hipotecario o un préstamo personal. Eso afecta la inversión y por ende el empleo.
Dos conclusiones: primero, la fortaleza macroeconómica es indispensable; la prueba es que seguimos en grado de inversión. Segundo, la inestabilidad política es negativa; no podemos tapar el sol con un dedo, ni siquiera los más fanáticos. Tenemos que avanzar sobre las fortalezas que tenemos. Mantener lo que funciona y reformar lo que no funciona. Antes que nada, solucionar la inestabilidad política. Ahora más que nunca queda claro que la política y la economía no caminan por cuerdas separadas.