El programa de ajuste argentino
El presidente de Argentina ha implementado un programa de shock. No tenía alternativa y está en lo correcto. Para comprenderlo hagamos una analogía: imaginemos que tiene un dolor de muelas; ¿qué hace? Pues intenta con remedios caseros como calmantes, hielo y un largo etcétera. Los paliativos tienen éxito por un momento. Luego vuelve el dolor. En cierto momento ya acepta ir al dentista porque es la única forma de mejorar y naturalmente la curación es dolorosa. La pregunta es: ¿tiene la culpa el dentista? No, quien la tiene es usted por no haber ido a tiempo y por no mantener una adecuada higiene bucal. Milei es el dentista. Ampliemos la explicación.
La economía no se trata de buenas intenciones ni tampoco se mejora sola. Argentina requería de un programa de shock que explicaremos a continuación; ningún economista serio puede negarlo.
Primero, los precios estaban artificialmente controlados y fijados por el gobierno, en muchos casos por debajo del costo de producción. Como eso no tiene sentido, el gobierno subsidiaba con emisión monetaria del banco central. Pongamos un ejemplo. Si un kilo de arroz cuesta producirlo, digamos, 2 soles, querrá venderlo por encima de 2 soles. ¿Qué pasa si el gobierno lo obliga a venderlo a 1 sol? Pues no produce; ¿y si el gobierno le ofrece regalarle 2 soles por cada kilo de arroz que produzca? Pues lo vendería a 3 soles y se queda produciendo. La pregunta es: ¿de dónde salen los 2 soles que le entrega el gobierno? Pues de la emisión monetaria del banco central, que es la causa de la inflación argentina. En términos económicos, la emisión financiaba el exceso de gasto del gobierno central. Toda la evidencia empírica demuestra que el exceso de emisión genera inflación. El shock consiste en soltar los precios al mercado. Note, estimado lector, que nadie duda de las buenas intenciones de los gobiernos previos; pero, la economía no se trata de eso, sino de saber qué hacer. Como cuando le duele la muela: la única salida es ir al dentista. Y cuánto antes, mejor.
Segundo, el banco central era en ente dependiente del gobierno central. Dicho de otro modo, jamás les decía no a los pedidos de emisión del gobierno central para emitir y subsidiar los productos y poder venderlos más baratos. Por eso Milei proponía eliminar el banco central. Sin embargo, un dilema parecido se planteó en Perú en 1990. Aquí se optó por independizar al banco central como un ente autónomo, condición que mantiene hasta hoy. Perú ha tenido una inflación promedio anual de 2.88% entre 2000 y 2022. De acuerdo con Milei, en Argentina es imposible mantener independiente al banco central, debido a la injerencia política; por eso prefiere eliminarlo y dolarizar la economía; pienso que no es necesario en la medida que se independice al banco central.
Con estas dos medidas, se produce un cambio de expectativas y se va a estabilizar la economía, pues se derrotará a la inflación; al mismo tiempo, es obvio que muchos no estarán de acuerdo, pues al soltar los precios al mercado para que no se requiera del subsidio del gobierno tendrán dificultades para sostener el nivel de compras de productos previamente subsidiados. Y querrán regresar al pasado reciente en que el gobierno asistencialista les entregaba bienes y servicios “sin costo”. En economía se sabe que todo cuesta; alguien paga. Ningún país puede sostenerse con los niveles de inflación argentinos; ¿cómo explicar que tuviera más de 40% de pobres a pesar de las ayudas de los gobiernos previos? Porque la inflación es el peor impuesto para los más vulnerables.
Más allá de esto, existen lecciones claves: por un lado, no puede sostenerse una economía de manera artificial, pues eleva la pobreza, y por otro, el banco central debe ser independiente. Ahora Argentina deberá hacer las reformas para crecer de manera inclusiva. Esa es la agenda del nuevo gobierno.