No tengamos miedo de ser transparentes
No tengamos miedo de ser transparentes
Felipe Gutiérrez, CEO de Concertum.
El lobbying sano es una actividad abierta, propositiva, bien fundamentada y sin temor a la transparencia y al debate franco. El lobby perjudicial o tráfico de influencias, es opaco, clandestino y privilegiado en el sentido más pernicioso del término.
Una de las observaciones que se plantean cuando de hacer públicas las gestiones de lobbying se trata, es la de no caer en la ingenuidad de revelar secretos o compartir argumentos constitutivos de nuestra estrategia. Tales posiciones aparentemente prudentes y defensivas, en realidad están más bien justificando la opacidad en la gestión de proyectos, políticas, marcos normativos y futuras decisiones públicas. La premisa es que, cuando menos gente conozca de tu propuesta o proyecto, mejor, porque de esa manera podrás avanzar más rápido y con menos objeciones hasta alcanzar el objetivo: un privilegio, una licitación con poca o nula competencia, un marco normativo a tu medida, etc.
Así hemos padecido normas con nombre propio, concursos públicos hechos a la medida de su promotor, tratamientos tributarios diferenciados o exoneraciones sin sustento, todo ello en perjuicio del consumidor, usuario o ciudadano. La solución simple a este despropósito es la de la transparencia en la formulación de propuestas y proyectos y en la apertura oportuna del debate abierto sobre las mismas, haciendo o permitiendo participar a todos los stakeholders de cada tema, con la oportunidad, profundidad y alcance necesarios.
Las ventajas cuando el proceso es abierto son: para el promotor: conocer las objeciones a tiempo y con la oportunidad de confrontarlas y responderlas a tiempo; para la autoridad pública: legitimar el proceso completo desde el debate hasta la adopción fundamentada de la decisión ; para la democracia y la economía: generar confianza y combatir efectivamente la corrupción.
En síntesis, debatir abiertamente las propuestas de cambios o ajustes en el marco normativo de una actividad; las bases de una licitación para obras que comprometen el presupuesto público o la adopción de políticas públicas, es un necesario y sano ejercicio que contribuye a consolidar las bases de una democracia y de una economía de mercado sanas.