Lo ilegal no es “informal”
Lo ilegal no es “informal”
Felipe Gutiérrez, CEO Concertum
Llamar a las cosas por su nombre es una de las reglas básicas de la lógica y de la comprensión de la realidad. Cuanto más exacto el término, mejor el entendimiento sobre lo que significa el bien, fenómeno o acción denominados. Contrariamente, la asignación de una denominación incorrecta, conduce al error y, en muchos casos, a la “perennización” de los problemas que se quiere o debería querer resolver. Esta asignación incorrecta puede ser involuntaria o adrede, dependiendo si es por mera ignorancia o producto de una intencionalidad que busca el provecho del falseador del término.
En este caso, nos referimos a la economía “informal”, categoría que supone describir actividades legítimas, o no ilegales, que no cumplen con algunos requisitos de forma. Quiere decir, que no violan leyes ni reglas sustantivas, pero que bien sea por su poca escala o la pobreza de recursos de los agentes, obvia algunos requisitos generalmente de procedimientos o trámites administrativos.
Cuando hablamos de comercio “informal”, nos referimos a vendedores ambulantes de productos legales. Cuando hablamos de mineros “informales”, lo hacemos respecto de productores que explotan yacimientos legales pero sin cumplir con todas las reglas y requisitos. Si lo hacemos respecto del empleo “informal”, también nos estamos refiriendo a trabajos sobre actividades lícitas pero sin cumplir con beneficios sociales ni la protección de ley.
Distinto es el caso de contrabandistas, vendedores de productos adulterados o, peor aún robados, explotadores mineros de yacimientos ajenos, que explotan personas, destruyen el ambiente e incluso contratan sicarios o el de transportistas que violan cada una de las reglas de tránsito, invaden rutas y atropellan inspectores.
No podemos seguir llamando informales a quienes abierta y reiteradamente violan la ley. A ellos hay que procesarlos y sancionarlos. La denominación de “informales” que ingenua y autodestructivamente les asignamos, solo favorece su proliferación en abierto desafío al estado de derecho.
A los informales de verdad, hay que acercarles y facilitarles su formalización, aligerándola y adaptándola a la realidad que enfrentan. Eliminemos la rigidez laboral y la tributación compleja y burocrática.
No podemos seguir con una economía paralela tan grande y creciente.