Marco normativo, enforcement y desarrollo
Marco normativo, enforcement y desarrollo
Felipe Gutiérrez, CEO Concertum
De alguna manera, la economía, los negocios y las actividades productivas y de servicios funcionan bien o mal en función del grado de libertad que se les permita y dependiendo del marco normativo que los regula y de su vigencia efectiva. El Perú del 2023 sobrevive a duras penas en materia de dichas imprescindibles materias o actividades, por las reglas fijadas en el capítulo económico de la Constitución vigente y por el impulso liberal y aperturista que se gestó hasta 1997-98. A partir de ahí, los sucesivos gobiernos con las justas han mantenido la estructura de las reglas de juego, sin complementarlas con reformas que debieron adoptarse, salpicándolas con intervenciones normativas a contramano, perjudicando su alcance, intensidad y velocidad. De haber continuado con la orientación y empuje adoptados en los años 90, el Perú habría crecido mucho más, reducido la pobreza probablemente a cerca del 10 % y arañado una competitividad similar a la de Chile. Estamos lejos, y alejándonos cada vez más, de ese futuro deseado y que era (debió ser) posible. Lo que pasó es que se atacó el modelo económico con medidas perjudiciales como las que han ocasionado extrema rigidez en el derecho laboral o las que dinamitan la línea de flotación del sistema privado de pensiones o las que complican o impiden los proyectos mineros o las que conspiran contra el funcionamiento fluido de los negocios. También, con omisiones imperdonables como las de la no vigencia efectiva del estado de derecho cuando de procesar y condenar los ataques y extorsiones contra proyectos u operaciones mineras o agroexportadoras se trata o cuando se permite que grupos delincuenciales se disfracen de activistas sociales. Presidentes, Ministros, Congresistas, Gobernadores, alcaldes y funcionarios así como dirigentes políticos de diverso nivel, han pecado del mismo defecto: no entender cómo funciona una economía competitiva y provechosa y como se le debe apuntalar para que escale a su máximo potencial. Los empresarios y supuestos creyentes en el modelo económico han pecado del defecto complementario: la inacción. Ambos defectos se retroalimentan y complementan perversamente.
La cura para ambos es el consenso sólido y unificado en torno a una agenda mínima que permita rescatar el modelo y librarlo de todas las desviaciones y obstáculos que detienen su marcha.
De eso se tienen que ocupar los políticos que no son de izquierda, en cualquiera de sus presentaciones, apoyados por todos los empresarios que están comprometidos con el desarrollo del país.