Es la economía, estúpido
Es la economía, estúpido
Felipe Gutiérrez, CEO Concertum
Frase utilizada por Bill Clinton en la campaña presidencial norteamericana de 1992, dirigida contra George Bush padre y que refleja la importancia de que el gobierno cuide el funcionamiento y progreso de la economía, en vez de hacer política sin tenerla en cuenta. Imaginemos qué frase y qué calificativos tendríamos que emplear con relación al comportamiento irracional y abusivo que muestran nuestras autoridades afectando seriamente la continuidad, supervivencia y desarrollo de las empresas privadas en el Perú. La autoridad edil de Trujillo clausura “temporalmente” y en plena campaña navideña el mall donde se produjo un infausto asesinato en su patio de comidas y, no contento con eso, clausura también otro importante centro comercial “por si acaso”. Con ese criterio, irracional, inconstitucional y auto-destructivo, los ciudadanos honestos que somos víctimas de la creciente delincuencia vamos a terminar siendo impedidos de circular y de desarrollar nuestras actividades, mientras les dejamos el campo libre a los sicarios, ladrones, extorsionadores y asesinos. Es el mundo al revés y el reino de la sinrazón. El hecho lamentablemente no es aislado porque todos los días alguna autoridad iluminada está clausurando locales, tiendas, establecimientos y negocios, como consecuencia de un indebido proceso en el marco de un ejercicio abusivo y muchas veces corrupto de la función pública. Este despropósito coincide con el absoluto abandono del principio de autoridad en las vías públicas cuando son tomadas por manifestantes violentos que impiden el libre tránsito. Y también se alinea con la inacción contra los ataques a centros mineros o contra el inicio de obras de proyectos que cuentan con todas las autorizaciones, permisos y licencias.
Simplemente no hay conciencia alguna sobre el hecho indiscutible de que la economía del estado, los gobiernos y la administración pública depende total y exclusivamente de la recaudación tributaria, ingresos, y del endeudamiento que ella sustenta, proveniente de la actividad empresarial. Esta genera valor luego de satisfacer adecuadamente necesidades de consumidores exigentes y bien informados, en un marco de libre competencia.
Las autoridades – muchas de ellas- lejos de cuidar el desarrollo y progreso de dicha actividad privada, la obstruyen, persiguen, sobre-regulan y asfixian, en un ejercicio destructivo que debe ser desterrado de raíz. El resultado es que ahogan a las buenas empresas, bloquean el crecimiento de las más pequeñas y permiten/fomentan el crecimiento de una economía informal/ilegal que no para de avanzar.
Se requiere un cambio radical de actitud del Gobierno en todos sus niveles. Es urgente e impostergable