Puerto de Chancay y Lobbying
Puerto de Chancay y Lobbying
Felipe Gutiérrez/CEO Concertum
Todas las evidencias existentes demuestran que el modelo de una economía de mercado que promueve la inversión privada en un marco de sana y abierta competencia funciona y es la mejor vía para el desarrollo nacional, la generación de empleo adecuado y el financiamiento de las políticas para la igualdad de oportunidades. La privatización de los puertos, en el marco de la dicho modelo, generó un mejoramiento sustantivo de las operaciones de los mismos y un crecimiento sostenido de la atención oportuna y adecuada del comercio exterior peruano. Todas las cifras pertinentes lo corroboran sin discusión. El puerto del Callao, con el máximo énfasis, y los demás puertos regionales, satisfacen la creciente demanda de importadores y exportadores, con contratos de concesión a 30 años- plazo sustancialmente menor al de las otras concesiones- y sus operadores conducen operaciones eficientes y una constante inversión para crecimiento y mejoras. Están satisfechos usuarios, autoridades, clientes y todo el ecosistema de comercio exterior.
El modelo se ha visto ampliado con la iniciativa privada del puerto de Chancay que ha logrado posicionarse como una verdadera inversión estratégica de impacto regional y con alcances geo-políticos que trascienden su propia dimensión y masa crítica. Su construcción se viene haciendo a una velocidad que compara muy favorablemente con otras obras de infraestructura, su aceptación social y comunitaria también es muy destacable, no obstante algún problema serio de hundimiento de vías e, incluso, problemas vinculados a la legitimidad de la concesión de la exclusividad de los servicios principales vienen siendo resueltos con un consenso político y mediático que resulta envidiable para otras inversiones y proyectos.
Su inauguración está prevista para Noviembre con la presencia- APEC mediante- nada menos que del Presidente de China.
El puerto de Chancay ha generado un entorno político, normativo, estratégico, mediático y social que debería ser el modelo para los proyectos mineros, energéticos, agroindustriales, de infraestructura y de servicios que el país requiere, superando de esa manera el trato hostil, politizado, conflictivo y trabador que lamentablemente caracteriza el ambiente y el escenario para otros puertos, aeropuertos, proyectos extractivos, construcciones y cuanta inversión privada se trate. Es hora de establecer nuevos estándares en beneficio del desarrollo nacional.
El ejemplo está a la mano.