Eponine Momenceau en Dheepan
Dheepan es un miliciano tamil que ha perdido a su familia en la guerra. Para no morir en medio de la violencia de su país natal, Sri Lanka, decide viajar a Francia en calidad de asilado político junto a su nuevo núcleo familiar: una mujer que no es su esposa y una niña que no es su hija. Sin embargo, alcanzar la legalidad no será lo más complicado para los tres migrantes.
Un entorno marcado por la poca capacidad para comunicarse (desconocimiento del idioma oficial), el campeo de las pandillas que protegen a la mafia de la droga y la discriminación a todo nivel (étnica, religiosa y social), serán los obstáculos que deberá sortear la falsa familia, antes de que el exguerrillero se salga de sus cabales y transforme radicalmente su destino –y también el de la película –.
Dheepan, cinta del director francés Jacques Audiard (Un profeta, De óxido y hueso, De latir mi corazón se ha parado), ganó el año pasado en el Festival de Cannes la Palma de Oro, máximo premio del citado certamen, imponiéndose a logrados filmes como The Assassin (Hou Hsiao Hsien), The Son of Saul (László Nemes), Mia Madre (Nanni Moretti), Sicario (Denis Villeneuve) o Our Little Sister (Hirokazu Koreeda).
Entre las características que llaman la atención de Dheepan están la iluminación y las texturas de sus imágenes. La responsable de este trabajo es Eponine Momenceau, directora de fotografía nacida en 1985 y que a su corta edad se ha ganado la confianza de Audiard, uno de los directores más reconocidos de Francia.
Momenceau llegó al Perú como parte del Jurado Oficial del festival Al Este de Lima, gracias a la gestión de la organización encabezada por David Duponchel y el apoyo de la Fundación Telefónica. EL CINE ES UN ESPEJO dialogó brevemente con Momenceau para conocer un poco más acerca del proceso creativo, a nivel de imagen, de la película gala.
“La colaboración con Audiard fue de total libertad. Él me dejó proponer a partir de las ideas que había establecido para su película antes del rodaje. Conversamos mucho sobre el tono y el clima que debían adoptar las imágenes, teniendo en cuenta que se trataba de dos países muy distintos (Francia y Sri Lanka) y que en algún momento llegarían a confluir. Audiart es muy abierto a recibir propuestas”, detalla la entrevistada.
Momenceau explica que conforme se daba el rodaje aparecían nuevas ideas que se consensuaban a fin de alcanzar mayor fidelidad y verosimilitud para la narración. Es por ello que la directora de fotografía revisó mucho material asociado a las tonalidades luminosas de Sri Lanka: revistas, diarios, fotos, películas (entre ficción y documental) y hasta conversó con muchas personas a fin de conocer sus costumbres o tradiciones.
No obstante, cuando la historia se traslada a París, señala Momenceau, el reto de mudar el ambiente rural de los protagonistas hacia la ciudad europea es mucho mayor porque en la urbe predominan los matices grisáceos en contraste con la calidez de las locaciones originales.
“Entonces se decidió mantener la esencia de los protagonistas desde la autenticidad de la iluminación con colores más representativos de Asia pero en espacios reducidos, es decir, en los departamentos donde viven los protagonistas. De esta forma no se pierde la identidad de los mismos”, refiere la artista francesa.
Momenceau concluye que la mejor manera de alcanzar un trabajo de iluminación satisfactorio está en función a los objetivos que se tracen desde el inicio con el director. Así se podrá transmitir sensaciones o estados de ánimo acorde a la historia o la personalidad de los protagonistas. “Es un trabajo que requiere mucho entendimiento, pero sobre todo, debe quedar claro hacia dónde va el proyecto y qué quiero decir con el mismo”.