Enmienda XIII
Un año después del #OscarSoWhite, las nominaciones de la Academia para el 2017 reflejaron una apertura que quizá estuvo motivada por la corrección política o como una clara respuesta al impresentable Donald Trump. Sea por uno u otro motivo, tanto en ficción como en documental, las películas en competencia abordaron el tema de la discriminación racial desde diversas ópticas. En la categoría documental destacaron nítidamente O.J.: Made in America, I´m Not Your Negro y 13th (Enmienda XIII).
Esta última, dirigida por Ava DuVernay bajo el sello de Netflix, es uno de los mejores trabajos fílmicos acerca de los orígenes de la segregación racial y sus consecuencias en la configuración social de los Estados Unidos en la actualidad. El documental inicia con una estadística alarmante proferida por Barack Obama: el país norteño, que alberga el 5% de la población mundial, representa el 25% de la masa carcelaria del planeta. Una paradoja de “la tierra de la libertad”. Este dato sirve para que DuVernay conecte la esencia de la ley que abolió la esclavitud, la enmienda 13, con las justificaciones gubernamentales que han perjudicado a la comunidad afroamericana a lo largo del siglo XX.
A modo de análisis sociológico -respaldado por entrevistas a figuras influyentes en el campo de la segregación racial como Angela Davis, Bryan Stevenson, Van Jones, Newton Gingrich, entre otras personas- la realizadora recorre hitos que enlazan la imagen de criminalidad que se ha impuesto a la comunidad afroamericana con el aumento de la población carcelaria determinada por leyes exageradas que arrastran un tufillo racista.
DuVernay hace hincapié en que después de la Guerra de Secesión una gran masa de afroamericanos quedó libre por la abolición de la esclavitud. Ello generó un problema para las autoridades blancas que no encontraban un camino para insertarlos en el mercado laboral. Entonces, faltas menores como arrojar basura o simplemente estar desempleado eran motivos para ir preso. La enmienda 13 dice que es inconstitucional que alguien sea retenido como esclavo o privado de su libertad, a excepción de castigo por un delito. Las leyes se endurecieron adrede y cualquier nimiedad se convertía en un pasaporte para una buena temporada en prisión.
El documental también pone en debate el mito de la criminalidad afroamericana desde el filme El nacimiento de una nación (1915) de D.W. Griffith, que a criterio de los entrevistados alimentó esa imagen negativa y hasta cierto punto resucitó la figura del Ku Klux Klan. Es a partir de esa idea que Enmienda XIII perfila uno de los grandes problemas de la miopía social de los Estados Unidos: la del “negro” como ciudadano de segunda clase permanente y sus derivados rótulos prejuiciosos: agente de disturbios, traficante de drogas, maleducado y sin pretensión académica, etc.
El trabajo de DuVernay cuestiona puntualmente las gestiones de tres presidentes: Richard Nixon, Ronald Reagan y Bill Clinton. A cada uno se le responsabiliza por haber endurecido las leyes que elevaron la cantidad de sentencias y, por ende, de reclusos, desestabilizando el gasto público y llevando al fracaso la reinserción de los presos en la sociedad. Punto revelador de Enmienda XIII es el esclarecimiento del rol del Consejo Estadounidense de Intercambio Legislativo ALEC (por sus siglas en inglés), un grupo de lobby político que propone y redacta leyes. Lo sorprendente es que esta junta está conformada por senadores y representantes de grandes corporaciones. Una de ellas tiene la administración privada de las cárceles estadounidenses y necesita de leyes severas que nutran los centros penitenciarios. Esa capa de corrupción y doble moral es la que DuVernay petardea durante todo su largometraje.
La directora ya había mostrado su inquietud por este tipo de temas. Pero fue en 2014 con Selma -la historia de la campaña impulsada por Martin Luther King para llamar la atención de todo el país hacia la lucha por un derecho al voto igualitario- que despertó las miradas de la crítica. Enmienda XIII muestra el reto de ser afroamericano Estados Unidos utilizando un montaje excepcional, una gran cantidad de material de archivo, un ritmo ágil provisto de música de diferentes épocas y un profundo trabajo de investigación. Se le podría observar que en buena parte del metraje coquetea con el reportaje dominguero. No obstante, el tema lo justifica. Enmienda XIII no es una película demagógica o panfletaria, es el retrato de un país que hace mucho dejó de ser el escenario ideal para el sueño americano, sobre todo para los que no son blancos.