Oso intoxicado
Desde un avión, un narco lanza bolsas de cocaína hacia un bosque. A su turno, hace un torpe movimiento, tropieza, se golpea contra la puerta del aeroplano y cae al vacío sin que su paracaídas se abra. Los paquetes del ilícito cargamento quedan esparcidos en el área verde a merced de los habitantes de la naturaleza, entre ellos, una osa que lo aspira, se vuelve adicta y mata a quien se cruce en su camino.
Si hasta aquí la trama parece estrafalaria, lo que viene es aún más alucinante: un cártel busca recuperar la droga, un policía honesto va tras los pasos de los delincuentes, unos adolescentes desadaptados pelean contra los narcos, dos púberes fugados de la escuela persiguen aventuras en el bosque, una abnegada madre va detrás de los púberes, dos guardabosques deben poner orden ante la incursión de los pandilleros y ayudarán a encontrar a los niños. Una locura de historias conectadas accidentalmente que tienen a la osa como la generadora de un terror que influye directamente en todos los personajes.
Elizabeth Banks es la directora de este delirio argumental que tiene su punto de partida en una historia real, aunque Banks despliega amplias licencias ficcionales que construyen una comedia de terror donde cada subtrama funciona como sólidas piezas de relojería. Desde el inicio, cuando aparece una definición extraída de Wikipedia, a modo de guía para entender la naturaleza del animal, caemos en cuenta que todo lo que veremos no debe ser tomado muy en serio. Es decir, como una historia formal de terror o una cinta de acción de corte adrenalínico.
Y parte del acierto de Oso intoxicado está en la fina exageración de sus conflictos; en esa forma de narrar historias entrelazadas que no lleguen a saturarse. Cada una presenta personajes excéntricos que encuentran su razón de ser en objetivos sencillos, acordes a lo que normalmente pueden hallar en su cotidianeidad. Por ello, los giros están en sintonía con las posibilidades de cada uno. Nadie sufre el síndrome del superhéroe ante el peligro que infunde el animal, sino que unidos, desde sus imperfecciones, pueden ayudarse.
Oso intoxicado también encierra ideas de fondo que, más allá de su desenfreno y su extravagancia, se abordan sin mayor aspaviento. Por ejemplo, si bien la osa arrasa con los humanos que salen a su paso, no es ella la villana de la película. Son los hombres y las mujeres que invaden su espacio los que causan un desequilibrio sistemático en la naturaleza. Banks aprovecha bien esta idea y deja abierta la posibilidad de un ajusticiamiento salvaje de tono entretenido. Tampoco estamos ante una comedia negra de antología o una película de terror gore para la posteridad.
Lo que Banks -actriz cómica por excelencia- propone es diversión y pequeñas dosis de polémica -dos niños consumiendo cocaína, narcos pateando cachorros-, apoyándose en un reparto cumplidor donde destacan Kari Russell y Margo Martindale. Lo que se le puede reprochar a Banks son algunos momentos alargados que procuran establecer los vínculos entre algunos personajes -narcos con adolescente, madre con guardabosques-, no obstante, pasan sin que perjudique la totalidad del producto. Algo que sí provoca tristeza es ver a Ray Liotta en el rol de jefe de la mafia a través de una actuación para el olvido, sobre todo porque fue la última que hizo.
Oso intoxicado es difusa en su concepción como animal horror, aunque le saca ventaja a varias películas del género gracias a su empleo del humor y a un final que va en contra de lo que dicta la tradición de este tipo de productos.