Blackbird Blackbird Blackberry (Festival Al Este)
Etero es una mujer que pierde la virginidad a los 48 años tras un intenso encuentro pasional con un hombre casado. Siempre ha vivido a la sombra de su padre y su hermano, dos fantasmas omniscientes a tono con el prototipo de una estirpe machista que no es ni deja ser. Pasa los días atendiendo la bodega de un pueblo del interior de Georgia y cuando puede se junta con otras mujeres para escuchar el intercambio de chismes de éstas. Todas tienen hijos y la miran por encima del hombre a causa de su “poca experiencia” en los planos afectivos y sociales. Sin embargo, una noticia sorpresiva hará que Etero dude y tenga que decidir entre continuar con su monótona vida o darle un vuelco que libere su voz interior.
Blackbird Blackbird Blackberry despliega una honda propuesta de reflexión sobre la madurez humana desde una perspectiva intimista donde la soledad y los convencionalismos presionan hasta que el tiempo parece discurrir como arena entre los dedos. La más reciente película de Elene Naveriani apunta a un debate responsable sobre la encrucijada de ser mujer sin tener que seguir la estela de lo preestablecido. El camino que elige la directora está plagado de momentos brutales que son tratados con una delicada sensibilidad a fin de que las tareas pendientes de su protagonista llegan a oscilar entre la decadencia y la esperanza.
Por momentos, Naveriani parece apostar por algunas características propias del registro documental, sobre todo cuando deja que Etero se mueva por una despreocupada cotidianidad taciturna poblada de recuerdos. Eka Chavleishvili, actriz que encarna a Etero, brinda un auténtico filón de naturalidad, propio de alguien que no busca destacar sobre los demás elementos del reparto; sino que, paradójicamente, es su magnetismo el que fluye y, a la vez, se convierte en el centro de gravedad de la película. Desde el movimiento, la mirada y la voz, Chavleishvili es un poderoso imán que genera complicidad y se aleja del artificio.
No hay duda de que Blackbird Blackbird Blackberry es militante. No obstante, llega a serlo sin caer en la necesidad de forzar su discurso o imponer ideas por la vía de la victimización. Al contrario, la sensibilidad de Naveriani juega en pared con una audacia que en algunas secuencias se siente mordaz. Tampoco cabe duda que la mirada de la directora pasa por un tema de decisiones femeninas que no pelean exclusivamente contra las estructuras masculinas dominantes, sino que se enfrenta a las construcciones que otras féminas normalizan negativamente respecto a cuestiones como la fisionomía humana -léase gordofobia en mujeres-, la maternidad, la vida sexual, la elección de vivir sin un marido, la pasión, el amor.
El entendimiento y la evidente reflexión de Blackbird Blackbird Blackberry corresponde a dimensionar un contexto semi rural y cerrado de pensamiento que no sólo podría estar situado en Georgia. Por ello, el carácter universal y atemporal de la película toca las fibras de cualquier sociedad contemporánea. En ese mismo sentido, la soledad, como condición humana, adquiere una relevancia inherente a cualquier escenario, incluso futuro. Nunca las ideas divergentes serán atendidas como alternativas ordinarias, serán motivos de burlas, asombro o podrán ser concebidas como algo peligroso. Etero, y todas las Eteros del mundo, siguen siendo agentes disonantes para los sistemas trasnochados.