Horizonte: una leyenda americana. Capítulo 1
Kevin Costner se ha embarcado en una aventura que parece improbable: hacer cuatro películas (la primera dura tres horas) sobre la conquista del oeste estadounidense y todo lo que rodea a los años previos y posteriores a la Guerra de Secesión. Su amor por el western -género que le otorgó el mayor éxito de su carrera cuando Danza con lobos fue premiada con siete estatuillas de la Academia, incluyendo mejor película y mejor director- se ha vuelto a reflejar en una ambiciosa gesta tan descomunal como la propia épica que vivieron los hombres y las mujeres de mediados del siglo XIX en territorio norteamericano.
El primer capítulo de Horizonte presenta un reparto coral que va narrando diversas historias entretejidas, en mayor o menor medida, por los mismos intereses. Sin embargo, Costner une las subtramas por medio de un componente que ha marcado el devenir de la cultura de su país: la violencia. El afán por mostrar la construcción de una idiosincrasia forjada desde el colonialismo deja en evidencia los valores y las taras de un pueblo que sufrió mucho e hizo sufrir demasiado. Las huellas del racismo, el clasismo y el enfrentamiento entre los pobladores del norte y el sur son cartografiadas por el director con la finalidad de explicar cómo el proceso de identidad pasó por etapas tan cruentas como la exterminación étnica y otras menos traumáticas como la solidaridad en torno a la sobrevivencia que exigía la época.
La película se inicia con la instalación de una carpa colona al lado de un río. Luego, los forasteros son masacrados por indios que ven profanada su tierra debido a la presencia del “hombre blanco”. Este punto de inicio marca el destino de la película porque si bien, sucesivamente, van apareciendo nuevas historias, es la tensión y los enfrentamientos entre invadidos e invasores lo que tensa la cuerda dramática cada cierto tiempo. En el interín podemos apreciar historias de amor, venganza, compañerismo, abuso, etc. Costner aprovecha la oportunidad para desplegar temas que en tiempos recientes han cobrado mayor presencia en el cine como el rol de los afroamericanos y de la mujer en la historia de los Estados Unidos.
Las escenas de acción gozan de dinamismo y nervio como si estuviéramos ante una obra de Peckinpah -no exagero, basta poner atención a los sangrientos enfrentamientos en escenarios nocturnos-. Costner entiende que las motivaciones de sus personajes pasan por las únicas y últimas oportunidades que les pueden presentar. Indios, colonos, militares, prostitutas y pistoleros se juegan el todo por el todo no sólo porque sus vidas se vean amenazadas, también se trata de preservar una herencia que consolide las ambiciones de las siguientes generaciones.
No obstante, cuando no hay enfrentamientos armados, el ritmo de Horizonte. Capítulo 1 es progresivamente aletargado e incluso tiene un toque parsimonioso que pone en tela de juicio la cantidad de minutos invertidos para contar una historia que, por momentos, se estanca en circunstancias sosas. Es decir, mientras algunos segmentos van definiendo las situaciones a través de la construcción de los personajes y el desarrollo de las subtramas, todo, en conjunto, se ralentiza innecesariamente. Lo que ayuda a Costner es que esta es la primera entrega de cuatro partes. Si su elefantiásico proyecto se cancela, sólo quedará el recuerdo de una mala síntesis que no fue explotada con pericia.
En general, el trabajo del reparto es bastante parejo. Los personajes de Sienna Miller y Sam Worthington -una atractiva viuda y un militar en ascenso- protagonizan un romance que refresca la historia, pero que cede a algunos momentos vacíos (el aletargamiento que mencionaba líneas arriba). La relación entre los personajes de Kevin Costner y Abbey Lee -un pistolero misterioso y maduro y una joven prostituta- se acerca a un juego de espejos que poco a poco va revelándose. El personaje de Luke Wilson -líder de una caravana de colonos- sirve de guía para mostrar una serie de roles secundarios que representan lo más variado del imaginario ciudadano de la época. En suma, todos son elementos que terminarán sumando algún tipo de esfuerzo a fin de conquistar el salvaje oeste.
Costner deconstruye la historia de su país para reconstruirla a través de una estampa donde el reparto coral constituye múltiples miradas que unidas funcionan como la esencia primigenia de una nación. Ojalá que el director, productor, guionista y actor de Horizonte. Capítulo 1 pueda concretar su ambicioso proyecto. Al menos, la primera parte, deja un buen sabor en tiempos donde el western parece haber sido relegado al patio trasero de la industria hollywoodense.