La razón etimológica de por qué los peruanos amamos y sufrimos tanto por el fútbol
“En su vida, un hombre puede cambiar de mujer, de partido político o de religión, pero no puede cambiar de equipo de fútbol”.
Eduardo Galeano, escritor uruguayo, falleció el 13 de abril de 2015 en Montevideo. Un cáncer al pulmón se lo llevó a los 74 años. Entre nosotros se quedó su gran legado literario y un amor desmedido al fútbol, al buen fútbol. Dejó todo en la cancha, especialmente el día que publicó “El Fútbol a Sol y Sombra”, uno de los libros más reveladores sobre la esencia de este deporte, que paraliza al mundo durante 90 minutos y un poquito más. Galeano fue el autor de esta frase tan brillante con el que iniciamos este post, tan lucida y real, que ni un gol de cabeza de Luisito Suárez en el Barza o una chalaca al borde del área del gran Enzo Francescoli con la franja de River Plate pueden superar. Analicemos la frase. ¿Por qué? Por qué un hombre no puede cambiar de equipo de fútbol. Por qué sigue amando siempre la misma camiseta. Hacemos nuestro el concepto y nos preguntamos: ¿por qué sufrimos tanto cuando juega la Selección Peruana? ¿Por qué seguimos creyendo a pesar de los reveses? Por qué simplemente no cambiamos de deporte. Por qué nos ilusionamos hasta las lágrimas con los triunfos. Por qué estamos tan apegados a la calculadora, ilusionados de que sí es posible la clasificación, si todos pierden y nosotros sí ganamos. Entonces, todo se resume en una palabra: PASIÓN. El fútbol es la pasión de los hombres (y de muchas mujeres). Pero para entender el significado de una palabra no es suficiente con repetirla hasta el cansancio. Para conocer que energía tan poderosa corre por ese hilo conductor de orgásmicas emociones frente a una pantalla de TV o qué mejor, en el estadio, si la billetera lo permite.
Entonces, no se trata de una cuestión de razón. Porque si fuese la razón la que dominase, los estadios estarían siempre vacíos. El triunfo es una posibilidad entre tres. Las estadísticas dicen que existen 66.66% de posibilidades de no quedar satisfecho. Aún así el fútbol genera una expectativa constante. Que se renueva con cada partido. Con cada posibilidad que la calculadora arroja. Es esa ilusión que ha hecho del Perú un país atípico en el mundo. Llevamos 35 años sin ir a un Mundial pero los partidos de la selección superan en algunos casos los 50 puntos de rating, tenemos colgados en los quioscos todos los días en nuestro país cinco diarios deportivos, un canal de 24 horas de fútbol, la mayoría de los canales de TV abierta con programas deportivos, dos radios especializadas en deportes, portales de Internet, Fan Pages en Facebook, twitteros deportivos… ¿Por qué? ¿Cómo responder esa pregunta que parece no tener respuesta? ¿Por qué tanto fanatismo por el fútbol?
Es entonces, que debemos recurrir al embrión de la palabra PASIÓN. A la propia etimología de esas seis letras, para conocer desde el nacimiento, desde su ADN, cuál es su significado y comprender así, por qué los hombres somos cómo somos cuando vemos una pelota rodar en una cancha y una camiseta que amamos, perseguirla como el tesoro más preciado. Y ni hablemos de un gol en el último minuto. Ni un penal tapado.
Pasión viene del latín passio (“sufrimiento”), derivado de passus, participio perfecto pasivo de patior, patī (“sufrir”), verbo emparentado con el griego antiguo πάσχειν (paskhein, “sufrir”) y el sustantivo πάθος (pathos) (“dolor, sufrimiento, condición, muerte”). En síntesis PASIÓN quiere decir “sufrimiento”, motivo por el cual, por ejemplo, el camino de Cristo a la cruz es el sufrimiento de Jesús o como se indica en la biblia “La Pasión de Cristo”. Y es que en el fútbol, se sufre los 90 minutos. Especialmente si eres hincha de un equipo que no está acostumbrado a ganar, sino a perder. Prueba de ello es que el Club Deportivo Municipal llenaba estadios en su regreso a Primera División pero hoy le cuesta mucho llevar más de tres mil espectadores a Villa El Salvador. Se acabó el sufrimiento hace dos años. Ser protagonista del campeonato le afectó en la taquilla. O Alianza Lima, que lleva diez años sin campeonar pero sin embargo, es el equipo con mejor asistencia del fútbol peruano en los últimos cinco años. ¿No es acaso esa una contradicción?
Recordamos esta canción del Comando Sur:
Esta, esta es tu barra
La que grita la que canta
La que deja la garganta
Y también el corazón
No puede ser blanquiazul
Aquel que no haya llorado
Aquel que no haya sufrido
Cantando aquí en sur
El fútbol es pasión, y por ello es sufrimiento. Cada partido es una nueva ilusión. Una nueva expectativa. Una nueva oportunidad de ganar. De ser felices. De apaciguar ese sufrimiento. Los medios de comunicación aprovechan esa expectativa para generar todo tipo de historias alrededor de los equipos de fútbol, los jugadores y los técnicos, para llenar páginas de especulaciones, entrevistas, análisis, predicciones… ¿Sufriremos o ganaremos? Es por ello que el fútbol es además, la telenovela de los hombres. Disfrutamos de cada noticia. Si se lesiona nuestro jugador preferido puede ser una de las noticias más trágicas del día. Por ejemplo, Paolo Guerrero no jugará ante Bolivia por haber acumulado su segunda amarilla y por supuesto, todos los periodistas deportivos especulan sobre la vuelta de Jefferson Farfán a la bicolor. ¿Quién más que él para aliviarnos la pena, el sufrimiento de haber perdido a nuestro mejor delantero y capitán? El que obtenga la primicia de que Ricardo Gareca lo convocará tendrá la portada lista. Y comenzará la ilusión de verlo otra vez en su mejor nivel haciendo los goles que nos acerquen al sueño de la Copa del Mundo. Por eso, es que esta situación expectante de la Selección Nacional en las eliminatorias es tan crítica y relevante para todos los peruanos. Porque llevamos acumulados años de dolor, de frustración, de sufrimiento, de padecimiento. Viendo el Mundial por TV. Y el día que se acabe ese dolor, esa frustración, el éxtasis será incontrolable. No quiero ni imaginarme las calles. La alegría desmedida. Nos conectaremos con lo más profundo de la pasión de los peruanos. Ahí donde palpita de verdad el corazón, con sinceridad. Bueno, quiere conectarse emocionalmente con lo más profundo de un peruano. Invierta publicidad en el fútbol.