Caballo Loco, Grand Cru, Apalta, Chile
Este hermoso ejemplar es indomable. No usa silla, cuerda ni herradura, es salvaje. Si no lo ha probado, no sabe nada del buen beber sudamericano.
Relincha tu corazón y del que te acompaña una vez testeado en nariz y boca. Café, pimienta, frutos dulces de hoguera y miel.
Se trata de un cabernet sauvignon de higos concentrados y un carmenere bien vegetal. Taninos estructurados y firmes como un pura sangre necio e insolente.
Si tienes un nuevo gran amigo que se parece a este nuevo Caballo Loco, pues este es el regalo perfecto. Es un animal libre. 18 meses de barrica francesa lo hacen insólito y de un precio casi accesible.
Este vino proviene de una casta de vinos que nacen de una constelación enumerada y de partida limitadas.
¿Cómo beberlo?
Es de aquellos vinos que se abre una hora antes, pero en este caso sería un crimen perderse el espectáculo de variación de aromas que, gracias al oxígeno, soltarán sin cesar un caballo maduro y potente.
Una buena carne de caza o un lomo saltado bien peruano eleva y complementa la sazón. Hay que buscarle algo que sume y este vino es un compañero de nuestra compleja gastronomía.
Complejo y testarudo como don Jorge Coderch, director manager de Valdivieso, la viña que lo fabrica. La historia de los grandes vinos de lujo del mundo dice que la mayoría de productores no sacan sus vinos todos los años, sino que esperan hasta que la cosecha sea la indicada, y no les importa perder un año o dos, ellos quieren la máxima perfección en su interior, y eso es lo que ha hecho este vino Top of the Line de la bodega Valdivieso.
Llamémoslo capricho, engreimiento, sueño, apuesta, desde 1989 este potro fue convirtiéndose para muchos sommeliers, enólogos y chefs prestigiosos en un gran Caballo Loco. Hoy por hoy, encuentras el número 14 listo para ser bebido, aunque se dice que hay esperar unos seis años para que en botella forme su silueta final.
Es un vino anómalo, por eso es que distingue. La fermentación se realiza dentro de las barricas. El tostado de las barricas, como la temperatura de la sala donde descansan, son fundamentales.
El autor de los Caballos Locos, como así le llaman, dice: “Lo importante es no perder el equilibrio entre la madera y la fruta”.
La última vez que vino dijo: ”Lo que le falta a la industria es amar al vino con la pasión de un Caballo Loco y nunca estar conforme. La conformidad es el cáncer de este rubro, porque hay que entender que el mundo progresa, y si no progresas con el mundo o vas más adelante que él alguien te va a reemplazar”.