Alcyone, Viñedo de los Vientos
Por el año 1600 en Hungría, el vino blanco dulce Tokaij de la región de Hegyalja en Hungría, se convertía en uno de los divos vinos dulces históricos. Nosotros los sommeliers tradicionalistas le amamos. Está también el Chateau D´yquem, que es un vino Premier Cru Supérieur, procedente de la región de Sauternes, en la parte meridional del viñedo de Burdeos. En la clasificación oficial del vino de Burdeos de 1855, Château d’Yquem fue el único Sauternes al que se le dió esta categoría, indicando así la superioridad que se percibía y su alto precio respecto al resto de los vinos de su tipo. Se caracteriza por su complejidad, concentración y dulzura. Una acidez relativamente alta permite equilibrar lo empalagoso. Francia. A inicios de 1600 también.
Y así podría contarte como cada país tiene un vino dulce en la vida del hombre y de la mujer que marca un hito en su camino. Vinos como éstos de cosechas sensacionales pueden llegar a los 50000 euros aproximadamente. Por ejemplo en el 2013 el millonario Christian Vanneque compró para su restaurante SIP Sunset Grill en Bali, Indonesia, una botella de Chateau D´yquem de 1811 en 117,000 dólares.
Joyas como éstas interpretan el mundo, cómo gira y sus historias también. El vino dulce siempre ha sido muy especial y dedicado para momentos finales, gloriosos, apoteósicos, limítrofes, para cerrar conversaciones, para dar valor a un sentimiento. El dulce y el alcohol son dinamita. Encerrados en una botella, esperando luego de bebernos el tinto mayor, en una sobremesa con quién mas amas y respetas. Dejando fluir todo aquello que estuvo atrapado en tu vena aorta y que merece despegar hoy.
Dicen que los maridajes con vinos dulces son los más caros. Por buscar el equilibrio o contrapeso en el paladar. Queso azul, roquefort, Foie gras, etc….. Dulce con amargo es una sociedad prácticamente que representa la unión entre dos personas, el balance, el ying y el yang. Los polos opuestos complementados.
Cuando empecé por el año 1997 estudiando administración hotelera y luego sumillería comencé sin saber nada de vinos. Es más, el vino no me gustaba, hoy lo respeto. Me costaba comprender que una bebida tiene estructura, forma, diseño, color propio. Que la bebida me llevaría por lugares y pueblos por donde nunca me hubiese imaginado antes caminar. Muchos me contaban que el vino dulce era lo mejor. Mi abuelito recuerdo bebía un vino dulce tinto delicioso, recuerdo de su copita fina y con diseños en el vidrio. Acercaba mi nariz y podía percibir algo así como una mermelada de higos, café dulce, como un remedio para la tos o un dulce de vainilla. No comprendía muy bien pero sí que me hacía imaginar o relacionar ese mundo dulce con lo que los niños estamos muy bien engreídos.
Llega a mi un vino dulce a través de una importadora peruana que trae vinos de lujo llamada Romovi. He gozado con este vino maravillas, me sorprendió, me hizo recordar a los vinos caros Premium Europeos de 1600. Este se llama Alcyone, de la bodega Viñedo de los Vientos, ya el nombre es mágico y me recuerda como los vientos forman parte del equilibrio de las parras de un viñedo. Es un Tannat Uruguayo de película, que justo esta semana de navidad se me viene para el maridaje con el pavo navideño que todos tenemos en casa para la cena del 24. Es una botella de medio litro que cautivará tu mesa. Es tinto, debe servirse como un Oporto a temperaturas de 15 grados, en la nevera 20 minutos. El diseño de la etiqueta está resguardado por una leyenda.
En la mitología, el Alción simboliza la tranquilidad, la calma y la mar serena. También representa el optimismo, pues el clima suave de esos días nos levanta el ánimo después del melancólico invierno. El martín pescador también es un símbolo de la fidelidad conyugal. Se cree que, cuando la pareja de una martina pescadora envejece y ya no puede volar, la hembra lo lleva a hombros, le da de comer y lo cuida hasta su muerte.
Según una leyenda medieval, los martines pescadores en sus orígenes eran grises. Sin embargo, durante el Diluvio, volaron tan alto que su pecho se volvió rojo anaranjado por el sol y su espalda es azul como el cielo.
14 % de volumen de alcohol. Su nombre es el Angel Cuvee Ripasso de Tannat, potente y terciopelado, robusto y goloso. Pablo Fallabrino y su mujer crean esta pintura medieval de vino dulce, vanguardista y artístico. El ripasso es una técnica Italiana antiquísima donde las uvas se dejan por mas o menos un mes soleándose y las pasas resultantes se usan para generar un vino nuevo. Solo 12000 botellas, 18 meses de barricas francesas. Mucha vainilla, cacao y sensaciones licorosas espectaculares adornan el perfume y el buen gusto de este hermoso y rebuscado vino en nuestro navidad dorada y amorosa.
Pásenlo bien.