El proyecto familiar, un "sacrificio gustoso"
Hace un par de semanas culminó el programa enfocado “Familias en Negocios” en el PAD. Y fue muy grato observar como después de haber participado en las diferentes sesiones de discusión de casos y coloquios, las familias (habían participado papás, mamás e hijos), se fueron con una idea muy clara: primero es la familia, antes que el negocio. Creo que salieron con un mensaje muy claro: si se quiere que perdure la empresa familiar, que con mucho esfuerzo empezó el fundador, es necesario generar un fuerte compromiso y unidad entre los miembros de la familia, utilizando distintos mecanismos pero basados en la confianza y el amor. En definitiva, cuidar el negocio, sin descuidar la familia.
Creo que la ventaja sobre una empresa no familiar está en la fortaleza que deriva de la unidad de los miembros de la familia entre sí y con su empresa, “sin unidad este edificio se derrumba”, un compromiso muy fuerte es lo que impulsa el desarrollo del proyecto empresarial porque hay un deseo muy fuerte de que la generación de beneficios perdure para las futuras generaciones.
Un participante preguntó “si es tan difícil manejar una empresa familiar, por la gestión del negocio, por la responsabilidad de que los valores se transfieran de generación en generación, el saber equilibrar lo familiar con lo empresarial, formar al sucesor, etc. ¿Por qué vale la pena seguir con el proyecto familiar si trae tantos “problemas”?”. Me parece que la respuesta va por el lado de asumir un “sacrificio gustoso”.
Es usual escuchar del hijo sucesor “yo me sacrifico por la empresa y mis hermanos bien, gracias”, me parece que no es cuestión de sentirse el hijo heroico, ya que la sucesión se debe asumir con total libertad siendo consciente que deberá contribuir a la generación de beneficio económico para toda la familia. Sin embargo los miembros de la familia que no trabajen en la empresa también contribuyen con el “proyecto familiar” con ideas, sugerencias, y sobre todo comprendiendo y apoyando a quienes tienen las responsabilidades de gobierno y dirección; quienes tarde o temprano se enfrentarán a decisiones difíciles.
El proyecto empresarial implica sacrificio porque involucra: tiempo, incertidumbres, renuncias, esfuerzo, recursos, etc. Y es gustoso porque finalmente proporciona satisfacciones y alegrías.
Esta aparente contradicción suele generar problemas económicos, conflictos, disgustos, resentimientos, etc. entre los miembros de la familia. Ante lo cual sólo queda comprender que si se llega a desunir la familia y dañar sus vínculos afectivos, se perjudicará también la empresa familiar. Por ello considero necesario un cambio de actitud para afrontar los problemas familiares, se requiere un “enfoque deportivo” es decir, ante las caídas levantarse y apuntar a metas más altas, si se llega a este cambio de actitud el primer efecto será la alegría de la familia, fruto del fortalecimiento de los vínculos afectivos y de la preocupación del bienestar de todos ante la superación de los problemas.
Da gusto ver como algunas familias resuelven sus problemas dejando el egoísmo al lado, sabiendo escuchar, respetar y valorar las opiniones de otros, sin humillar. Son virtudes que cuestan pero que vale la pena fomentar, al final los valores de la familia se trasladan e influyen en la gestión del negocio.
En resumen, sacrificio no significa muchas veces “grandes acciones”, usualmente son cosas pequeñas las que pueden evitar grandes problemas: una llamada a tiempo, una conversación oportuna, un detalle con los hijos y la esposa, tiempo para conversar con la familia, interés por hablar con el “sucesor”, etc.
Finalmente fue muy alentador tener en el programa a familias, donde incluso algunos hijos y esposas que no trabajaban el negocio y se inscribieron por conocer como funciona el proyecto que papá empezó, me pareció una verdadera muestra de sacrificio gustoso… se fueron muy contentos, dispuestos a contribuir con el anhelo de que el proyecto logre pasar de generación en generación.