La Propiedad: dilema del fundador
Los fundadores de las empresas familiares suelen tener una voluntad firme sobre el destino futuro de la propiedad que con esfuerzo suyo y de la familia han construido. Un rasgo que encontramos, con frecuencia, es que en muchas ocasiones desean que dicha propiedad siga rindiendo frutos para sus hijos y de manera especial para sus nietos. Posiblemente se deba a que sienten que con sus hijos han cumplido de cierta manera, dándoles bienestar, educación, etc. Mientras que a los nietos, por quienes suelen sentir un cariño especial, aún no lo han hecho y por razones de la vida saben que no llegarán.
En los primeros años de la empresa familiar la estructura del capital suele concentrarse en una sola persona o en un número reducido de socios, posteriormente con el pasar de los años suelen aparecer distintos tipos de propietarios (diferentes edades, profesiones, grados de parentesco, etc.) por lo que el propietario-fundador necesita planear adecuadamente la transmisión patrimonial.
Para comprender mejor el dilema del traspaso de la propiedad es necesario distinguir entre los diferentes tipos o clases de propiedad: bienes inmuebles, bienes muebles y acciones de la empresa. Así como entender lo que significa ser propietario, ya que heredar la propiedad no garantiza ser un buen líder ni tener las capacidades de dirección adecuadas.
Nadie da por hecho que el hijo de un gran pianista será también un virtuoso pianista porque lo “lleva en la sangre”, sin embargo, sí se da por hecho muchas veces que los hijos de un empresario heredarán la capacidad de dirección del padre.
“La propiedad puede adquirirse y heredarse pero no la capacidad de dirigir y gobernar”
(Josep Tapies)
Por tanto es importante formar a los hijos para que sean buenos propietarios, que manejen herramientas básicas que les permitan tomar decisiones acertadas sobre el patrimonio heredado, ya que muchas veces desconocen las responsabilidades que implican ser propietarios de una empresa familiar. Tienen la responsabilidad de preservar e incrementar el patrimonio, tanto para su familia como para los futuros herederos. También requiere de unas capacidades como la de tener una visión familiar sobre el futuro patrimonial, y una noción clara de la estrategia empresarial para tomar decisiones sobre inversiones.
Para el reparto o traspaso de la propiedad surgen diversas alternativas. Y uno de los criterios más comunes y evidente es repartir en partes iguales. Sin embargo veremos que no siempre este criterio es el más conveniente para la continuidad de la empresa y por tanto del bienestar de las siguientes generaciones.
En el caso de los bienes muebles e inmuebles, el criterio de igualdad puede generar desacuerdos y por tanto resentimientos dentro de la familia; sin embargo ello no afectará al valor presente ni futuro de dichos bienes. De todas formas es importante que los fundadores logren realizar un reparto que sea aceptado como justo por todos sus hijos.
En el caso de las acciones de la empresa o empresas de la familia el criterio que debe primar es el buen gobierno futuro de las mismas. Porque el valor de dichas acciones no permanece en el tiempo y sólo se mantendrá o aumentará si hay un gobierno y una dirección adecuada por parte de los miembros de la siguiente generación. En la transmisión de acciones se busca que la propiedad de la empresa familiar continúe en manos de los miembros consanguíneos de la familia; que no se diluya con el avance generacional. Suele indicarse quién y cómo ejercerán los derechos políticos de las acciones en caso los herederos no estén capacitados para hacerlo.
Es muy conveniente que los accionistas hagan el testamento y protocolo familiar con tanta anticipación como sea factible. “Suele ser conveniente emplear en la transmisión de la propiedad figuras como las “tenedoras de acciones” para evitar diluciones, las “fundaciones”, los “trust” o los “fideicomisos” que impiden los empates, u otras formas legales que protegen la propiedad y facilitan que la empresa que pasa a la siguiente generación sea gobernable”. (Gonzalo Gómez Betancourt, 2004).
Un mecanismo a considerar respecto a los cónyuges, es el régimen económico matrimonial de separación de bienes o en su defecto capitulaciones matrimoniales con unos pactos muy concretos que aseguren el mantenimiento de la empresa en manos de la familia. También se pueden aplicar mecanismos de protección del inmueble principal de los fundadores y de sus hijos.
Algunas preguntas que pueden ayudar según el profesor Gonzalo Gómez Betancourt al planificar el traspaso de la propiedad en la empresa familiar:
- ¿Queremos mantener la propiedad de la empresa o venderla?
- ¿Quién o quiénes deben tener acciones de la compañía?
- ¿Debemos tener todos la misma participación accionaria, trabajemos o no en la empresa?
- ¿Deberíamos crear un fondo de liquidez para la recompra de acciones?
- ¿Cómo se deben comprar las acciones de la familia?
- ¿Cuánto valen las acciones?
- ¿Qué hacemos si alguno de los accionistas quiere vender su parte?
- ¿Cómo ayudar a los familiares en los apuros económicos, educación, salud?
- ¿Cómo gratificar el esfuerzo de los empleados decisivos que no pertenecen a la familia?