Dejando Huella
Durante un reciente proceso de planeamiento estratégico, salieron a relucir algunos temas de carácter personal y familiar que condicionaron las opciones estratégicas que en un principio se consideraron adecuadas para el crecimiento del grupo empresarial. Y es que sin proponérselo las empresas conducidas por sus propietarios suelen presentar este tipo de conflictos que afectan la marcha de la empresa así como la unidad de la familia.
El propietario y fundador de este grupo empresarial, con grandes posibilidades de crecimiento, se encontraba en una disyuntiva estratégica importante que suponía inversiones considerables, pero que a su vez implicaba, una serie de cambios internos en la organización. Una de estas condiciones era la profesionalización de la organización y el establecimiento de reglas y funciones claras para la dirección y el gobierno del grupo. Sin embargo el estilo de dirección del propietario, quien había conducido con mano férrea los negocios del grupo desde sus inicios, hacía muy difícil la delegación de funciones en general, y de manera especial el incorporar y retener a un gerente general profesional.
El fundador tenía dos hijos que vivían en el extranjero. Uno de ellos no tenia planes de volver al país, mientras que el segundo si pensaba regresar e incorporarse a la empresa familiar. Así, el fundador conversaba con él y tomaba en cuenta sus consejos y opiniones, sin embargo la distancia, el poco conocimiento de la empresa y la realidad de nuestro país, hacían que dichos consejos no fueran de lo más acertados a la hora de ponerse en práctica.
¿Qué hacer?, ¿cómo continuar con la organización?,¿ cómo evitar el paso del tiempo?…. ¿Cómo dejar huella…. y además que esta huella sirva para guiar a otros?, ¿cómo una empresa de 150 empleados, puede ir mermando sus posibilidades de crecimiento porque el fundador se aferra a la idea que sólo yo puedo hacerlo bien?
La única salida es asumir el liderazgo del proceso de sucesión. Si deseo que mi empresa perdure, si efectivamente quiero dejar huella, debo comprometerme con la sucesión. Este compromiso se inicia con el fundador pero tiene que extenderse a las siguientes generaciones. Requiere voluntad para tomar decisiones difíciles.
El paso del tiempo es inevitable; por ello la generación al mando debe formar, educar, y sobretodo transmitir: apego, confianza, y compromiso. De esta manera estará construyendo organizaciones sólidas, capaces de transcender en el tiempo, de mirar hacia el futuro, de dejar huella.