Se busca a un No Experto
Muchas veces, llenamos nuestras hojas de vida de estudios, títulos y experiencias que nos hacen (en teoría) más atractivos en el mercado laboral. Un currículum largo nos da la falsa seguridad de que algo del menú llamará la atención. Sin embargo, en esta nueva era la forma de hacer y crear negocios ha cambiado. La experiencia es una cualidad que ya no es necesariamente la más idónea cuando se quiere innovar.
A menudo los expertos se sienten con una licencia para opinar, criticar y, sobre todo, para decidir qué es lo correcto. No nos equivoquemos: los expertos también se equivocan (hay un libro de Michael Lewis que explica cómo pueden fallar y por qué hay que vigilarlos), solo que de otras maneras; y hay funciones en las que no son necesariamente los más indicados para salvarnos.
Reflexionemos: un experto es alguien que ha estudiado a profundidad un tema que llega a dominar y que ha puesto en práctica lo aprendido innumerables veces y en escenarios diferentes. Es decir, se ha equivocado lo suficiente como para aprender de sus errores (¿o no?). Es por eso que al presentarse un proyecto, confiamos en ellos.
Sin embargo, no siempre es así. El experto nos va a guiar hacia una solución que ya conoce y, cuando se trata de innovar, de encontrar una alternativa a las soluciones ya existentes pero insatisfactorias, el experto puede tener propuestas repetitivas y predecibles que no alcancen o no superen los resultados deseados. Hay problemas que nos exigen ser más creativos.
Apelar a la improvisación y sugerir lo que nadie se atrevió a hacer son cualidades que el Design Thinking busca explotar, lo que a veces significa consultar con el “No Experto”, alguien capaz de pensar fuera de la caja, de darle otro sentido al giro de un negocio. Cuando vemos el problema a través los ojos de un niño y empezamos a cuestionar todo es que vemos alternativas a las que estábamos cegados por estar acostumbrados al status quo.
“Siempre ha sido así”. ¿Y eso que importa? Tenemos que desarrollar la habilidad de identificar esos escenarios que asumimos que no podemos cambiar por el simple hecho de que estamos acostumbrados a verlos de cierta manera. Recordemos que Netflix surgió cuando Reed Hasting vio que los videclubs, las tiendas de alquiler de casettes de video, no ofrecían la opción de enviar la película a domicilio.
Netflix empezó ofreciendo este servicio (cambiando el VHS por DVD) y se convirtió en una exitosa tienda virtual que renovó el modelo de la extinta Blockbuster. Ahora están haciendo lo mismo con el negocio del cine y la televisión con resultados que serían impensados hasta para la mente de los expertos. Y todo empezó porque un día Reed Hasting no pudo devolver a tiempo el cassette “Apollo 13”.
Cuidado con los expertos, sobre todo si pretendemos dejar en sus manos todas las decisiones de un negocio, porque si ven un problema, su mente los llevará por la ruta ya transitada y quizá, para no arriesgarse, no se atrevan a explorar la opción menos evidente por toda esa experiencia que los alerta de los “errores aprendidos”.
Romper esquemas es empezar a equivocarse de nuevo, y desde el principio, para detectar posibles soluciones que no fueron previstas. Un experto es alguien que sabe más de sus aciertos que de errores. Y la creatividad debe convivir con el error y con lo imperfecto para darle otro sentido a nuestro Blockbuster.