La actuación sobre la base de principios crea sostenibilidad
El ejercicio del poder, teniendo en cuenta principios y no intereses, es probablemente una de las demandas de la sociedad en sus diversas expresiones (entiéndase también en las organizaciones) más importantes y vitales para asegurar la continuidad de las mismas, de forma tal que ofrezcan a las personas el escenario de eficiencia que se requiere para lograr éxitos personales y grupales.
Gestionar teniendo en cuenta principios nos hace predecibles y promueve la sana interrelación entre las personas. Parafraseando a Peter Senge, quien prologando un extraordinario libro de Fredy Kofman, “La empresa consciente”, menciona que “el verdadero aprendizaje nos enfrenta al temor que genera la incertidumbre, a la necesidad de aceptar nuestra incompetencia en algunos aspectos y a la sensación de vulnerabilidad que produce necesitar de los demás”. Es decir, aprender lleva implícita una interrelación consciente, efectiva, proactiva, colaborativa y eficiente y, en consecuencia, ésta debe ser consistente. Para ello, debe tener como subyacente los principios que norman la relación y la acción. Estos principios son los que regulan esta interacción, la hacen confiable y creíble. Pero cuando los intereses son los que priman, cada evento es uno nuevo, cada evento se enfrentará de manera distinta, ya que los intereses pueden ser diferentes y entonces se pierde la confianza, se resquebraja la relación y esta no deja de ser sino una parodia de buena interrelación, y que solo se mantiene por intereses, dejando de ser auténtica y genuina.
Otro aspecto que marca la relevancia de lo mencionado es que en un mundo donde la velocidad —según menciona A. Toffler— es el signo primordial, la confianza surge como la característica que puede ser el catalizador de múltiples acciones que deben de sumar para enfrentar a la realidad, la misma que parece cambiar más rápido que nuestra capacidad de entenderla, y cuya complejidad es como consecuencia cada vez mayor. Entonces, sin confianza, la capacidad de enfrentar la realidad a la velocidad que se requiere se merma, se resquebraja, se deteriora. El gasto emocional de quienes forman parte de la organización es alto, el rendimiento baja, la presión se incrementa, los resultados a veces no se alcanzan, algunas personas se deprimen, etc. sin duda un escenario contrario a aquel que todos queremos para lograr el éxito personal y contribuir al éxito organizacional.
¿Qué hacer? puede ser la interrogante natural. Considero que, en primer lugar, debemos ser conscientes de nuestra propia actuación (si somos jefes o gerentes con mayor razón). Actuamos guiados por intereses particulares, aquellos que nos darán dividendos personales o nuestra actuación está basada y sostenida por principios que nos sugieren cierto grado de consistencia en nuestra actuación. El segundo cuestionamiento es ¿por qué actuamos como actuamos? Nuestra respuesta puede ser, si es el primer caso, temor, inseguridad, incompetencia, etc.;se y si es el segundo, sin duda lo contrario: seguridad, competencia, solvencia, etc. Si estamos en la primera de las condiciones, también debemos de ser conscientes que una actuación de esta naturaleza no es sostenible en el tiempo y debemos de cambiar. Siempre hay tiempo. Pero la elección debe de ser consciente. Jim Collins, lo menciona: “La excelencia no es producto de las circunstancias. La excelencia es una elección consciente.
Ser consciente o vivir conscientemente, como lo menciona Nathaniel Brganden, en The Art of Living Consciously: The Power of Awareness to Transform Everyday Life, Nueva York, 1997, p.11 “(…) es un estado de ser mentalmente activo en lugar de pasivo. Es la habilidad de ver el mundo de otra manera. Es la inteligencia que disfruta de su propia función. Vivir conscientemente es tratar de darnos cuenta de todo lo que es relevante para nuestros intereses, acciones, valores, intenciones y objetivos. Es la voluntad de enfrentar los hechos, tanto agradables como los desagradables. Es el deseo de descubrir nuestros errores y corregirlos (…) es la búsqueda orientada a seguir expandiendo nuestro conocimiento y nuestra comprensión, tanto del mundo exterior como de nuestro propio mundo interior”. La elección consciente nos dará la oportunidad de enfrentar nuestras carencias y aceptarlas, para vivir en función de lo que somos y de lograr la transformación que nos debe llevar a conseguir los subyacentes necesarios que nos hagan actuar en función de principios y no de intereses.