Mitología sobre la inversión privada
La inversión privada es clave para la economía en tanto contribuye a ampliar la capacidad productiva, la demanda y el PBI. Sin embargo, no es la única variable para que la economía crezca. Se requiere de una razonable participación de los sueldos y salarios en el PBI, una moderada propensión media a importar, un desempeño razonable de los otros componentes exógenos de la demanda tales como las exportaciones, el consumo e inversión pública. A su vez estas últimas variables dependen de otras exógenas e instrumento.
Hay muchos mitos sobre la inversión privada. Uno de ellos es repetir hasta el cansancio que esta se ha reducido de manera drástica para de esta forma presionar al gobierno de turno y, en esta coyuntura, a los diferentes partidos políticos en competencia con el objetivo de obtener las mayores ventajas posibles. Efectivamente se ha reducido de su nivel máximo reciente en 2013 donde fue equivalente al 20.7% del PBI hasta 19.3% del PBI en 2015 (BCRP). Al respecto, este valor se aproxima al máximo observado durante el gobierno aprista (19.4% en 2008). El de 2015 no es un tan mal resultado ya que es el tercer record histórico observado entre 1950-2015. El primero fue entre 1956 y 1959 con niveles del 21.8%, 24.4% y 22.9% del PBI respectivamente. El segundo record entre 1981 y 1982 en que la inversión privada fue 19.9% y 19.7% del PBI.
Interrogantes y mitos
La interrogante que surge aquí es porque con niveles aceptables de inversión privada el crecimiento económico es tan reducido. Las hipótesis son dos. En primer lugar, debido a que estas inversiones se realizan con una mayor relación capital/producto (icor) que se produce por la elevada relación capital/trabajo de los proyectos extractivos. Un gran proyecto minero es intensivo en capital y la generación de un empleo permanente implica alrededor de US$ 2.5 millones por puesto de trabajo, 10 veces más de lo requeriría una empresa manufacturera moderna y 100 veces más de lo que se necesitaría para una pequeña empresa del mismo sector productivo. En segundo lugar, el elevado componente importado de esa inversión explicaría que genera pocos efectos en la demanda local de bienes de capital y reducidos efectos multiplicadores en la demanda en general. El multiplicador de los componentes exógenos del gasto era hace 30 años atrás de 2.5 y ahora es de 1.5. Otra razón se asociaría al menor horizonte de la vida util de estos proyectos extractivos, respecto de lo que ocurría decadas atrás.
El segundo gran mito es creer que esa inversión depende de políticas internas y de las condiciones del mercado local. En realidad, la más importante, correspondiente a los sectores extractivos, depende de la evolución presente y esperada de los precios de las materias primas. Hasta el FMI ha formalizado estas relaciones en el World Economic Outlook de octubre de 2015. Si los precios van o se ven mal se reduce la inversión privada en estos sectores y esta induce una menor inversión en el resto de sectores productivos. Si el escenario de los precios está y se ve bien las inversión aumenta. También los invesionistas examinan lo que ocurre con la oferta y demanda esperada de estos productos. Si hay sobreoferta (por ejemplo, en el cobre) y menor demanda, se producen menores niveles de inversión.
En tal sentido los argumentos relativos a la tramitología como causante de la contracción de la inversión privada tienen poco sentido, aunque nadie estaría a favor de trámites y procedimientos “excesivos”. Lo mismo ocurre con relación al argumento de los sobrecostos laborales. Con relación a este tema también hay otro mito ya que la participación de los sueldos y salarios en el PBI se encuentra por debajo de los niveles de países de igual nivel de desarrollo. Efectivamente, este diagnóstico se apoya por indicadores nacionales e internacionales, tales como el reporte de competitividad del Foro Económico Mundial y otros. Sin embargo, nadie ha explicado que estos resultados, incluidos los del Banco Mundial, derivan de encuestas cualitativas a empresarios y analistas locales, no de información estadística objetiva. Son iguales a una profecía autocumplida. Hay sobrecosto laboral porque estos piensan que existen.
Los verdaderos sobrecostos de la economía peruana
Estos diagnósticos están desenfocados omitiendo los verdaderos sobrecostos que sufrimos en el Perú. Destacan tres conceptos cuantificables: energético, financieros y logísticos. En el primer caso, el utilizar derivados del petróleo en lugar de gas natural más económico y menos contaminante es equivalente como mínimo a 1.4% del PBI. Las elevadas tasas de interés activas y los márgenes bancarios equivalen a 2.5% del PBI en 2014. Obviamente estos no afectan a las grandes empresas. Los sobrecostos en las cadenas logísticas de los productos de comercio exterior a 1.6% del PBI (Alarco, 2010). Estos tres sobrecostos suman 5.5% del PBI, poco más de US$ 11,000 millones anuales. Son estos sobrecostos lo que hay que enfrentar. Asimismo, antes de terminar, simplemente voy a plantear una lista preliminar de propuestas para reactivar la inversión privada en el Perú. Obviamente estas se alinean con los planteamientos del Frente Amplio.
Propuestas para promover la inversión privada
1. Nuevo entorno macroeconómico (política monetaria y fiscal contracíclica, política de de ingresos: RMV y complementariedad con la inversión pública).
2. Garantizar libre competencia (oportunidades de acceso para todos los estratos empresariales).
3. Reducción de sobrecostos energéticos (renegociación de contratos, masificación y cambio en la matriz energética a favor del gas natural), financieros y logísticos.
4. Programa de diversificación productiva.
5. Simplificación administrativa en armonía con derechos ciudadanos.
6. Planeamiento estratégico para identificar brechas y alinear con señales; asimismo priorización en el caso de la inversión pública y APP.
7. Enfasis multisectorial, a la par con mayor incidencia inicial en el mercado interno y proyectos clave para generar divisas.
8. Ajustes en ProInversión, APP y OXI.
9. Desarrollo de mercado de capitales en MN, asimismo programas de apoyo a la micro y pequeña empresa (financiamiento y asistencia técnica).
10. Nuevo pacto económico-social y nueva relación con el sector privado con ESR, donde todos importen.
28-3-2016.