MEF: ¿balance negativo?
La semana pasada se produjo la salida del titular de MEF. Fue precipitada por el affaire suscitado con el impresentable Contralor General de la República, cuya renuncia o vacancia por falta grave muchos seguimos esperando. Es tiempo de iniciar la discusión sobre los elementos positivos y negativos de la gestión que termina. Fueron casi once meses en la conducción del ministerio y a los cuales habría que agregar el tiempo de campaña al lado de PPK. Hay algunos elementos positivos respecto de la gestión de los ministros de economía y finanzas anteriores, pero predominan los aspectos negativos y las omisiones.
En líneas generales el ministro saliente continúo la tradición neoliberal de quienes lo precedieron desde hace más de dos décadas atrás. Sin embargo, resaltó su mayor pragmatismo y menor ideologización respecto de los titulares de la administración de O. Humala. Por primera vez se reconoció que en circunstancias críticas se pueden mantener déficits fiscales (en una trayectoria convergente a su eliminación) y que existe un fondo de estabilización y recursos ahorrados por aprovechar. El anterior ministro desequilibró las finanzas públicas pero explícitamente no hizo una defensa de esta política. Otras aportaciones interesantes fueron su respuesta rápida frente a los desastres naturales apoyando a las regiones y a los gobiernos locales, entender la necesidad de reformular el sistema de inversión pública y el apoyo efectivo para lograr el financiamiento del proyecto de modernización de la refinería de Talara, rompiendo el sabotaje realizado en gran parte del gobierno anterior.
Los resultados en cuanto a producción y empleo no le fueron favorables. Sin embargo, efectivamente fueron muy influenciados por eventos como la detonación de los problemas de corrupción, los desastres naturales y el convulso panorama externo. La tasa de crecimiento de la producción nacional enero-abril del 2017 fue 1.6% respecto del mismo periodo del año anterior. Si se le quita la minería, hidrocarburos y pesca es de menos del 1% anual. Asimismo, la última información del empleo en Lima Metropolitana refleja que 55,400 personas han dejado de ser adecuadamente empleados a la par de un crecimiento de 103,500 subempleados. También sufrió la contracción de la presión tributaria por la reducción del impuesto a la renta implantada a partir de 2014, los menores precios de los productos mineros, las menores regalías a ese sector y el menor nivel de actividad económica.
Sin embargo, no gestionó bien las finanzas públicas ya que el gasto de capital del gobierno general cayó hasta mayo de 2017 en términos reales 1.1% respecto al mismo periodo del año anterior. En el caso de la formación bruta de capital del gobierno central se redujo en 19.5% aunque aumentó las transferencias para este propósito a los gobiernos regionales (BCRP). Siguió ignorando al Ceplan, al planeamiento estratégico y la necesidad de la priorización. No hizo frente a los lobbies en particular por Chinchero; se opuso a la regulación de fusiones y adquisiciones y sus últimas normas sobre asociaciones públicas privadas dejaron las puertas abiertas a la corrupción. La norma sobre repatriación de capitales y régimen especial de impuestos sigue siendo sospechosa y permitió que se abandonaran las políticas sobre la diversificación productiva a cargo de Produce. Varios errores y mucho tiempo perdido en olvidar la necesidad de llevar a cabo cambios institucionales y coadyuvar a construir un nuevo consenso económico social.