Complementariedad público privada
Los editoriales del director periodístico del decano de la prensa nacional son un buen material para comentarios. Nos remontan a la macroeconomía neoclásica, previa a los desarrollos keynesianos que nos permitieron salir de la gran crisis de los años treinta del siglo XX. El pasado fin de semana calificó a todos los grandes proyectos de inversión del gobierno: gasoducto, refinería de Talara y los Panamericanos como equivalentes al monumento a la maca: inútiles. Señaló que la única inversión importante es la privada. Asimismo, que el criterio de evaluación de los proyectos es que cada uno debe producir más de lo que costará; en otras palabras si satisfará necesidades por un mayor valor a lo que se invertirá.
De partida, coincidimos en la crítica de que en esos proyectos hubo descontrol. Nos preocupa en particular la inversión asociada al gasoducto y cómo se elevó la inversión de la refinería de Talara de US$ 3,500 millones a US$ 5,400 millones. Faltó en ambos casos ingenieros, economistas y contadores de costos que hallaran las combinaciones técnicas adecuadas que maximicen impactos y minimicen inversión y costos.
El director periodístico se equivoca en las otras cosas. Efectivamente, los proyectos deben pasar la evaluación beneficio costo, pero esta no es sólo financiera, sino económica social. No sólo se debe garantizar el retorno financiero, sino que los proyectos generen muchas externalidades positivas que deben ser medidas. Pueden existir proyectos con reducidos retornos financieros pero que se justifican por la suma de sus rendimientos económicos y sociales. Por ejemplo, una buena carretera central se justificaría plenamente por los accidentes y muertes evitadas, los ahorros de tiempo, la reducción de emisiones, los mayores volúmenes transportados, los menores costos unitarios, la integración de mercados y la mayor actividad económica, entre otros, más allá del cobro por peajes que no convendría realizar.
En la perspectiva neoclásica todo gasto e inversión pública, aun cuando esté perfectamente financiada, sólo genera demanda, nunca oferta. ¿Acaso la infraestructura pública no mejora cuantitativa y cualitativamente el desempeño y rendimientos del sector privado?, ¿la posibilidad de tener más gas natural de manera continua a precios competitivos no es una ventaja para el sector privado? También se olvida de la magnitud de errores de apreciación que ha cometido el sector privado. ¿Acaso la inversión privada es siempre exitosa? Es erróneo pensar que más inversión pública presiona las tasas de interés reduciendo opciones de inversión privadas. Desde Keynes se sabe que la inversión puede generar su propio ahorro y que los bancos crean dinero y más crédito. La inversión pública y privada es complementaria, no sustituta.