Fallos tecnocráticos
Las dos últimas semanas tres editorialistas del decano de la prensa nacional y de La República han salido en defensa de la tecnocracia económica que nos gobernó en las últimas décadas. Efectivamente, nadie niega que se tuvo mejoras en esa materia respecto de 1990, pero estamos muy lejos del ideal; se han cometido y se siguen cometiendo errores graves con poca vocación de enmienda. Lamentablemente, la mayor parte de tecnócratas que nos gobernaron se adscriben al recetario neoclásico y neoliberal tradicional.
Coincidiría con ellos en que contar con economistas profesionales en la conducción de ese sector es mejor a que estos sean de otras profesiones o simplemente políticos. Sin embargo, hay que ser conscientes de que esto no es garantía para que el país alcance niveles aceptables de desarrollo humano sostenible. Por ejemplo, los tres editorialistas insisten en la necesidad de llevar a cabo una reforma laboral que flexibilice el mercado de trabajo para reducir la informalidad. No sólo quieren nivelar derechos hacia abajo, sino que se aferran a un modelo teórico que olvida la incapacidad de absorción de empleo del sector moderno de la economía. Asimismo, soslayan la información estadística que señala que el empleo formal ha crecido en estos últimos diez años por encima del empleo informal, entre otros elementos.
Es evidente que su sesgo teórico los lleva a cometer errores, aunque no hay que olvidar que todos somos falibles. Hasta el Fondo Monetario Internacional ha señalado que se erró cuando la apertura comercial brusca estuvo acompañada de una apreciación de la moneda nacional que destruyó los aparatos productivos internos. La apertura financiera fue demasiado rápida mientras que se anclaba la paridad de la moneda nacional a la extranjera generando crisis como la argentina y mexicana de los años noventa. Que se privatizaron servicios públicos y empresas sin tener reglas claras, mecanismos e instituciones para garantizar las condiciones de competencia y los administradores más idóneos.
Hay que reconocer que no tiene lógica económica alguna desmembrar Sedapal en tres partes manteniendo la planta de tratamiento a cargo del Estado. Que la autoridad para la reconstrucción con cambios debe trabajar articuladamente con las regiones y gobiernos locales, las universidades, los colegios profesionales y la sociedad civil. Se debe dejar de pensar que el principal sobrecosto de la economía es la mano de obra ya que a lo único que conduce es a reducir el tamaño del mercado interno. Es imprescindible fortalecer el planeamiento estratégico, no debilitarlo. Que Proinversión no debe ser dirigida por la ideología. Aprovechar Cofide para la diversificación productiva. La sociedad somos todos, no solo los empresarios y los emprendedores.