La ley del más rico, Gravar la riqueza extrema para acabar con la desigualdad
Es el título de la última publicación de Oxfam sobre los impactos y respuestas frente a las elevadas desigualdades económicas. En esta ocasión el informe se centra en la importancia de gravar la riqueza de las élites económicas para abordar las crisis que se han generado a propósito de su acelerada concentración. Asimismo, se propone cuánto deberían tributar los más ricos y cómo lograrlo, con herramientas concretas para los Gobiernos.
Para Oxfam una imposición adecuada a los ultra ricos puede ser la vía para lograr un mundo más justo, sostenible y sin pobreza. Por otra parte, se plantea cómo más impuestos a los más ricos contribuyen a reducir la concentración de poder de las élites y reducir no solo la desigualdad económica, sino también la racial, colonial y de género.
Evidencia peruana
Desafortunadamente, para la mayor parte de las autoridades económicas en nuestro país de las últimas décadas, la presencia de elevadas desigualdades económicas no es, ni ha sido un problema. En la visión neoliberal el foco de atención y la preocupación es exclusivamente la reducción de la pobreza, en particular la extrema. La desatención de esta problemática en el Perú tiene consecuencias graves.
Un factor explicativo relevante detrás de la actual crisis socio-política es la mayor desigualdad (efectiva y percibida) en la riqueza, de ingresos y oportunidades entre Lima y las diferentes regiones del país, al interior de las regiones y entre quienes están vinculados al sector moderno frente a los tradicionales con una reducida generación de valor agregado e ingresos. No en vano el célebre economista, Adolfo Figueroa (2010) -recientemente fallecido- afirmaba que cuando el grado de desigualdad supera los umbrales de tolerancia, esta desigualdad será considerada excesiva o injusta y generará desorden social: inestabilidad política, corrupción, violencia y otras formas de riesgo individual y colectivo.
Como hemos demostrado en diversas oportunidades, la información oficial sobre la distribución personal del ingreso estimada a partir de la Encuesta Nacional de los Hogares tiene serios problemas omitiendo a gran parte de los estratos medios y de altos ingresos. La muestra extrapolada solo reproduce entre el 50 y 55% de ingreso nacional. Al corregirla, el coeficiente Gini se elevaría de 0.4 a entre 0.6 y 0.7 reflejando una elevada desigualdad.
Contenido
El informe de Oxfam tiene cuatro secciones. En la primera parte se analiza la explosión de la desigualdad incluyendo la evidencia relativa a la acumulación de riqueza de las elites y la situación de las personas más pobres.
En la segunda sección se presentan los argumentos del porqué se debe combatir la desigualdad gravando a los más ricos: ¿Cómo se ha derrumbado la fiscalidad progresiva? y porque se ha convertido en un objetivo cada vez más popular elevar la presión tributaria a estos sectores. La tercera sección aborda cuanto deben tributar los más ricos y cómo establecerla. Por último, se presentan las conclusiones y recomendaciones del estudio.
Diagnóstico
Según Oxfam la riqueza de los milmillonarios (que tienen más de mil millones de dólares americanos) aumentó enormemente durante la pandemia. Los grandes planes de estímulo que se activaron entonces, con la inyección de fondos públicos para ayudar al conjunto de la sociedad, han tenido como efecto colateral el repunte a su vez de los precios de los activos y la riqueza en manos de una élite. Como resultado, y favorecidos por una insuficiente tributación de la riqueza y el capital de forma generalizada, los súper ricos han podido amasar fortunas sin precedentes.
Si bien la riqueza conjunta de los milmillonarios ha decrecido ligeramente desde que alcanzara sus niveles máximos en 2021, siguen estando varios billones de dólares por encima de su valor anterior a la pandemia. Esta época de bonanza económica para los súper ricos se suma a décadas de crecimiento exponencial de sus fortunas y a una creciente desigualdad en la distribución global de la riqueza.
La actual crisis del coste de la vida, con la escalada de los precios de los alimentos y la energía, está generando importantes ganancias para gran parte de esta élite económica. Empresas de los sectores de la alimentación y la energía baten récords de beneficios y pagan dividendos históricos a sus accionistas. El aprovechamiento de las condiciones de mercado por parte de las empresas ha provocado como mínimo el 50 % de la inflación en Australia, Estados Unidos y Europa.
Impactos
La concentración extrema de riqueza socava el crecimiento económico, corrompe las políticas y los medios de comunicación, erosiona la democracia y acentúa la polarización política. Un nuevo estudio de Oxfam demuestra además que los más ricos son quienes están provocando en mayor medida el colapso climático: un milmillonario emite un millón de veces más carbono que una persona corriente.
Esta realidad se contrasta con la mayoría de la población que se enfrenta a la austeridad, al aumento de la pobreza y a la crisis del coste de la vida; deja al descubierto el fracaso del sistema económico que no responde a las necesidades del conjunto de la humanidad. Durante demasiado tiempo, los Gobiernos, las instituciones financieras internacionales y las élites han engañado al mundo con la teoría que defiende que una presión fiscal baja y unos elevados beneficios para unos pocos acabarán por enriquecernos al resto señala el informe.
Impuesto a la renta
En el documento se propone aplicar una combinación de medidas fiscales que garantice que el 1 % más rico tribute a unas tasas considerablemente más elevados, por ejemplo, acercando su contribución en torno al 60% sobre el conjunto de sus rentas, porcentaje que debería ser incluso más elevado para los multimillonarios y los milmillonarios. Este nivel de presión fiscal debería aplicarse a la totalidad de sus ingresos, tanto los derivados del trabajo como de sus rentas de capital.
El promedio anual para cerca de 100 países sitúa el impuesto máximo sobre la renta en torno al 31 %, por lo que habría margen incluso para duplicarlo. A su vez, el tipo promedio del impuesto a las ganancias de capital en 123 países no supera el 18 %, por lo que podría multiplicarse por cuatro.
Si los Gobiernos aspiran a gravar el conjunto de las rentas de una manera integral, deben asegurarse de que las rentas de capital tributen como mínimo al mismo nivel que los ingresos derivados del trabajo, aunque preferentemente deberían aplicar un tipo impositivo más alto.
Asimismo, los Gobiernos deben considerar la aplicación urgente de impuestos de solidaridad con carácter temporal sobre el patrimonio de los súper ricos, a fin de recuperar parte de las inmensas ganancias que estos han acumulado durante la pandemia como resultado de los paquetes de estímulo financiero impulsados con fondos públicos. Deben introducirse también impuestos recurrentes sobre el patrimonio, así como establecerse tipos impositivos lo suficientemente altos que ayuden incluso a reducir la concentración de súper ricos.
Impuesto a la riqueza
Oxfam señala que podrían recaudarse 1.7 billones de dólares anualmente (más de ocho veces el PBI peruano) aplicando un impuesto al patrimonio neto del 2 % a los millonarios, del 3 % a aquellos con una riqueza superior a 50 millones de dólares, y del 5 % a los milmillonarios de todo el mundo.
Estos recursos adicionales serían suficientes para que 2,000 millones de personas pudieran salir de la pobreza. Asimismo, podría servir para cubrir el déficit de financiación de la respuesta a los llamamientos humanitarios de emergencia de las Naciones Unidas; además de financiar un plan global para poner fin al hambre en el mundo. Aparte de esto, con un impuesto así se contribuiría a financiar las pérdidas y los daños causados a países de renta baja y mediabaja por el colapso climático, y ofrecer servicios de salud y protección social al conjunto de la población de estos países (3,600 millones de personas).
Experiencias previas
En el informe se señala que no sería la primera vez que ante crisis globales profundas se opta por incrementar la imposición a los más ricos, en aras de la solidaridad. Lamentablemente, este no fue el caso en el momento más crudo de la pandemia del Covid-19. En su lugar, el 95 % de los países decidió no incrementar, o incluso reducir, los impuestos aplicables a las personas ricas y las grandes empresas.
Las tasas del impuesto a la renta más elevadas, del impuesto a las herencias y al patrimonio neto se comenzaron a establecer al finalizar la primera y segunda guerra mundial. En el Perú el régimen del impuesto a la renta se estableció en 1934. Es absolutamente falso afirmar que en tiempos de crisis no se puede elevar la presión tributaria en especial a través de impuestos directos. El mismo J.M. Keynes (1936) planteó los impuestos a la riqueza y altos ingresos para redistribuir ingresos, aumentar la demanda y el nivel de actividad económica.
Nuevo consenso
Según Oxfam está empezando a agrietarse el consenso reinante durante varias décadas que impulsó la agenda de recortes y privilegios fiscales para grandes empresas y las personas más ricas.
Lo cierto es que las rebajas fiscales para los más ricos nunca han contado con el apoyo de la mayoría de la ciudadanía: encuestas de opinión realizadas en varios países han revelado que ciudadanos de todo el mundo consideran desde hace tiempo que aumentar la imposición sobre los más ricos es algo necesario y de sentido común. Para que se produzca se debe acabar con la captura política que ha impulsado una agenda basada en recortar cada vez más los impuestos a las grandes empresas y las personas más ricas.
Llamado a la acción
El informe propone que debemos reimaginar, reinventar y readaptar nuestros modelos económicos con el fin de construir sin más demora un mundo más justo y salvar el planeta. En especial, se debe volver a aprender las lecciones de la historia y recordar los momentos en que los más ricos aportaban su justa parte de impuestos contribuyendo así a financiar la ampliación de derechos como el acceso universal a servicios de salud y educación.
La desigualdad no es inevitable, sino que es una elección política. Los Gobiernos pueden tomar medidas claras, prácticas y concretas para reducir drásticamente la desigualdad aplicando instrumentos de política fiscal para proteger al conjunto de su población. Pueden decidir ayudar de una manera segura a su población en contextos de crisis, en lugar de imponer un sufrimiento innecesario a las personas cuando optan por medidas de austeridad.
Ejemplos cercanos
Es absolutamente falso que con la actual presión tributaria peruana (seis puntos porcentuales del PBI por debajo del promedio de América Latina) se puedan atender las necesidades de gasto e inversión pública del país. Es imperioso elevarla aprovechando los ejemplos y avances en nuestra región.
En Chile se está debatiendo una reforma fiscal que contempla un nuevo impuesto sobre la riqueza neta, así como tipos más elevados para los tramos de rentas más altas y elevar la tributación sobre la sobreganancia de la actividad minera (cobre). En Colombia, la reforma ya aprobada ha introducido un nuevo impuesto sobre la riqueza neta de hasta el 1.5 %, ha incrementado los impuestos sobre las rentas de capital y una nueva vía para gravar a las plataformas digitales que operan desde el exterior junto con un impuesto a las sobreganancias del sector energético. Es hora de actuar en nuestro país.