Las propuestas de Milei y los economistas neoliberales locales
El Perú ha sido el laboratorio de diversas fórmulas económicas y políticas para América Latina y quizás el mundo; ahora lo será nuevamente Argentina a partir del 10 de diciembre con el gobierno de Milei. Efectivamente, somos países innovadores, pero lo que cuenta es si somos capaces de lograr avanzar en la senda del crecimiento y desarrollo económico balanceado, sostenible y equitativo. Desafortunadamente, los resultados obtenidos a la fecha no son alentadores.
Las innovaciones han sido de diferente signo tanto para la Argentina como el Perú. Solo para mencionar algunas experiencias peruanas tenemos el golpe militar desarrollista, la esperanza inicial del primer gobierno de Alan García, el autogolpe de Fujimori y el impulso del Consenso de Lima, más ortodoxo que el Consenso de Washington. Ni que decir de la Argentina de las últimas décadas con sus clásicos vaivenes entre el régimen de convertibilidad (dolarización) de Menem, los excesos de los Kirchner, los fallidos ajustes de Macri y ahora Milei.
Es indudable que los postulados económicos de Milei son de un radicalismo inusual, por lo que merecen ser comentados y contrastados con los del Consenso de Lima. Tampoco hay que olvidar que en el Perú hay muchos admiradores del presidente argentino y donde por ahora destaca Vargas Llosa.
Devastación
Es uno de los calificativos que le asignaron 108 economistas a la plataforma económica de Milei el pasado 8 de noviembre en el periódico inglés The Guardian. Entre los más destacados críticos estuvieron Piketty, Zucman, Milanovic, Bhaduri y Ocampo. El manifiesto inició resaltando su preocupación por el programa económico que se ha convertido en un importante tema de discusión en las elecciones nacionales.
Inmediatamente después reconocieron que, efectivamente dadas las frecuentes crisis financieras y los recurrentes episodios de inflación muy alta de Argentina, se entiende el deseo de estabilidad económica. Sin embargo, si bien las soluciones aparentemente simples pueden resultar atractivas, es probable que causen más devastación en el mundo real en el corto plazo, al tiempo que reducen gravemente el espacio político en el largo plazo.
Asimismo, se anota que las propuestas económicas de Milei se presentan como un alejamiento radical del pensamiento económico tradicional. Están arraigadas en la economía del laissez-faire e involucran ideas polémicas como la dolarización y reducciones significativas en el gasto público, que las hacen potencialmente muy dañinas para la economía y el pueblo argentino.
Contenido
El manifiesto señala que se aboga por una mínima intervención gubernamental en el mercado, pero en realidad depende en gran medida de políticas estatales para proteger a quienes ya son económicamente poderosos. Las reducciones de las tasas impositivas y del gasto público alejan muchos bienes y servicios esenciales del suministro público hacia los proveedores comerciales privados, lo que los enriquece, pero reduce el acceso de los ciudadanos comunes, especialmente los pobres.
La propuesta de dolarización apunta a sustituir el peso argentino por el dólar estadounidense como moneda nacional. Ambas ideas, dicen los críticos, pueden parecer atractivas por su simplicidad y sus promesas de una solución rápida para controlar la inflación y la inestabilidad; pero no reconocen las principales realidades económicas.
Supuestos
El modelo de laissez-faire supone que los mercados funcionan perfectamente si el gobierno no interviene. Pero los mercados no regulados no son benignos: refuerzan las relaciones de poder desiguales que empeoran la desigualdad y obstaculizan la aplicación de políticas de desarrollo clave tales como las políticas industriales, sociales y medioambientales.
En Argentina, como en la mayoría de los demás países con estructuras económicas complejas y desafíos de desigualdad de ingresos y activos, inflación y deuda externa, se necesitan, señalan los 108 economistas, políticas matizadas y multifacéticas que reconozcan las necesidades de los diferentes grupos sociales.
Asimismo, se requieren de estrategias equilibradas y empíricamente fundamentadas que no sólo sean atractivas en el corto plazo, pero también sostenibles, equitativas y propicias en el largo plazo.
Problemas
Los mercados también son propensos a fallas, impulsados por externalidades (cuando todos los beneficios o costos no pueden atribuirse a agentes individuales) y asimetría de información (cuando algunos actores en un mercado saben más que otros).
Milei se olvida, según sus críticos, que la crisis financiera mundial de 2008-2009 demostró que una regulación inadecuada del mercado puede tener consecuencias desastrosas. La experiencia de la pandemia de Covid-19 aportó más pruebas de la necesidad de una intervención pública.
Desigualdad y pobreza
Se señala que el programa propuesto por Milei crearía más desigualdad socioeconómica al reducir el papel del Estado en la redistribución y el bienestar social. La mayor reducción del gasto público aumentaría los ya elevados niveles de pobreza y desigualdad, y podría dar lugar a un aumento significativo de las tensiones sociales y los conflictos.
La idea de recortar drásticamente los impuestos y al mismo tiempo reducir el gasto público reduciría significativamente la capacidad del Estado para cumplir con los derechos sociales y económicos de los ciudadanos. Mientras tanto, nuevas reducciones en los ingresos tributarios del gobierno agravarían la crisis fiscal.
Existe mucha evidencia internacional, especialmente de los últimos gobiernos Republicanos en EE.UU. de que la reducción de impuestos (como propone el economista Lafer) no aumenta los ingresos públicos, ni el crecimiento económico.
Dolarización fallida
Los expertos señalan que la actual escasez de reservas de divisas haría que la tasa de conversión inicial del peso al dólar fuera tan alta que generaría más inflación. Esto significa una disminución de los salarios reales, de modo que la posterior reducción de la inflación se lograría mediante una caída importante de la participación del trabajo en el ingreso nacional y el PBI.
De ahí, la reducción de la demanda sería severa eliminando los incentivos para mayores niveles de inversión privada, salvo la orientada a mercados externos. Asimismo, la desglobalización y los cambios de las cadenas productivas y logísticas en curso a nivel internacional no son el mejor entorno para esta ruta que propone mirar más afuera que adentro.
Por otra parte, el menor crecimiento económico significa a su vez una menor recaudación tributaria y menores posibilidades de un mayor gasto público, por lo que la recuperación por esta vía no solo es ideológicamente rechazada sino prácticamente imposible.
Nudo gordiano
Es difícil que Milei genere la confianza suficiente del sector privado que promueva la entrada significativa y continua de divisas que daría alguna calma a los mercados en el corto plazo. Tampoco se debe esperar mucho del remate de las empresas públicas ya que las necesidades de divisas son significativas.
Desafortunadamente, hay evidencias recientes en el gobierno de Macri de que los abundantes recursos del FMI no sirvieron para frenar la depreciación del peso y de ahí cortar la espiral inflacionaria. Por otra parte, reducir la contribución de los salarios en el PBI, más aún con una economía internacional en compleja situación, es la fórmula perfecta para deprimir la demanda y el producto. Todo lo anterior, sin contar la fuerte reacción de los sectores sociales afectados que podría ocurrir ante una respuesta autoritaria.
Lugares comunes
La plataforma de Milei coincide con la de los grupos económicos y mediáticos en el Perú en cuatro elementos: i) su arrogancia y visión maniquea; ii) en llevar a cabo el ajuste a través de los trabajadores; iii) en confiarse exclusivamente en el sector privado (y especialmente la inversión privada); y iv) en un sustrato común de la economía neoclásica basada en la Ley de Say. Obviamente, como hemos señalado anteriormente no es tan radical como la de Milei.
Queda claro en el caso peruano que se trataría de una propuesta neoliberal que según Escalante (2015) tiene tres atributos básicos: es una plataforma ideológica y programa político, menos Estado o un Estado al servicio del mercado; y la superioridad técnica, moral y lógica de lo privado sobre lo público.
Visiones dicotómicas
Tanto en Argentina como en el Perú se tratan de visiones dicotómicas y maniqueas, donde lo propuesto por ellos es lo bueno frente a lo contrario, malo per se, sin matiz alguno. No hay lugar para elementos ajenos, donde la arrogancia es una característica común que se observa aún en los académicos que la promueven.
Por otra parte, con la excusa de la informalidad, insisten en la desregulación del mercado laboral y la reducción de los derechos laborales que minimizarían la contribución de los sueldos y salarios en el PBI con una contrapartida en el aumento de los beneficios que en teoría induciría mayores niveles de inversión privada que generaría más crecimiento económico.
Ley de Say
En ambas visiones el nivel de actividad económica está determinado por factores de oferta donde la demanda no juega papel alguno. Lo que ocurre con el nivel de salarios y empleo no tiene influencia. De igual forma que en la Argentina aquí también se olvidan de que los sueldos y salarios no son solamente un costo de producción sino fuente de ingresos y demanda.
También de que el incentivo más poderoso para contratar trabajadores es cuando hay demanda y crecimiento, que cuando los sueldos son exclusivamente bajos y precarios. Asimismo, si la demanda es reducida o no crece, la inversión privada tampoco lo haría. Suponen erróneamente que el entorno internacional es similar a la primera década expansiva del Siglo XXI antes de la crisis 2008-2009.
Sustrato neoclásico
Ambas propuestas coinciden en creer en el comportamiento racional de los agentes económicos y que la maximización individual conduce siempre al bienestar común, no se reconoce la posibilidad de fallos. Asimismo, se presupone que el poder de los diferentes agentes económicos (empresarios, trabajadores dependientes e independientes) es homogéneo, olvidándose la necesidad de equilibrarlos desde el Estado.
La economía para ambos es plenamente competitiva, olvidando los altos niveles de concentración de la producción y propiedad en manos de pocas empresas y la existencia de barreras a la entrada. Comparten la absoluta despreocupación por la problemática de la elevada desigualdad que tiene significativos impactos económicos, sociales y políticos.
Variante
Por último, mientras que la apuesta de Milei es por la entrada de capitales externos (nuevos y el retorno de los viejos), la inversión privada y las exportaciones en general; en el caso peruano es por la inversión y exportaciones focalizadas en los sectores extractivos (especialmente la minería) y particularmente en un producto como el cobre.
Al respecto, la jugada de los grupos y economistas locales tiene problemas en que es muy intensiva en capital y poco empleadora, genera pocos encadenamientos de empleo y producción locales, y nos mantiene atados al ciclo de las materias primas. Tampoco se debe olvidar las previsiones ligeramente descendentes del precio internacional del cobre como resultado de un desbalance previsible entre la oferta (nueva producción y reutilización) respecto de la demanda de cobre.