La economía como disciplina para un mundo incierto
Los impactos de las acciones y propuestas de Trump pueden ser ampliamente disruptivos para el mundo. Si bien la incertidumbre es un elemento siempre presente en nuestra realidad, ahora lo es más en muchos ámbitos: comercial, financiero y económico, políticas internas y en las relaciones internacionales, entre otras esferas.
Esta nota plantea que la teoría, las metodologías, la práctica profesional y la capacitación en economía necesitan cambiar, recuperando algunas de las ideas de generaciones anteriores de profesionales de la disciplina, con el fin de reinventar una economía apropiada para un mundo incierto. Aquí no se va a tratar, por el momento, la construcción de escenarios sobre lo que puede ocurrir con Trump y las respuestas posibles
Los autores del artículo original son tres: George DeMartino, Ilene Grabel y Ian Scoones de la Escuela de Estudios Internacionales Josef Korbel de la Universidad de Denver-Colorado. También son miembros del Political Economy Research Institute (PERI) de la University of Massachusetts Amherst. Este se publicó en la revista World Development, volumen 173, enero de 2024.
Ideas clave
La incertidumbre, en la que no conocemos la probabilidad de que ocurran acontecimientos futuros, domina nuestro mundo. Este artículo examina cómo la economía, como profesión y disciplina, puede abordar la incertidumbre. Desde Frank Knight hasta John M. Keynes, pasando por Friedrich von Hayek y George Shackle, la economía ha destacado la importancia del conocimiento incierto y la ha distinguido del riesgo calculable.
Se muestra cómo esas ideas se perdieron con el auge del pensamiento neoclásico estrecho y fueron excluidas por el surgimiento de una economía dominante del control que cobró importancia durante el siglo XX y, especialmente, en la era neoliberal. Sin embargo, a través de una gama de perspectivas en economía que enfatizan la importancia de la complejidad, la identidad y experiencias, y las narrativas, la incertidumbre está siendo nuevamente adoptada dentro de una economía cada vez más heterodoxa.
Incertidumbre y riesgo
Los autores, citando a terceros, señalan que la incertidumbre se distingue del riesgo, donde la gama completa de resultados posibles es accesible y se les pueden asignar probabilidades conocidas. El riesgo presupone que el mundo social se caracteriza por sistemas como en el casino donde todos los resultados posibles se definen de antemano, junto con las probabilidades.
Sin embargo, para una enorme cantidad de cuestiones que son importantes el mundo es un mundo de novedad y cambio; no se repite. La incertidumbre y no el riesgo está escrito en el guion de la vida. La base de una teoría económica útil debe ser el conocimiento incompleto o la ignorancia parcial.
Variedades
Las incertidumbres adoptan diferentes formas de lo que se denomina ignorancia irreparable. En el futuro, podríamos llegar a saber algunas cosas que no sabemos ahora, pero solo después del momento en que el conocimiento fue necesario para tomar una decisión importante. Alternativamente, el conocimiento necesario para tomar la decisión correcta a veces solo se puede aprender al tomar la decisión, cuando es demasiado tarde para cambiar de rumbo.
Por último, está el dominio de lo incognoscible en principio: el tipo de ignorancia a la que se refería Keynes cuando hablaba de la perspectiva de una guerra europea, el precio del cobre y la tasa de interés dentro de veinte años, o la obsolescencia de un nuevo invento. Sobre estos asuntos no hay base científica sobre la cual formar alguna probabilidad calculable; simplemente no sabemos.
Desafíos
Las incertidumbres de distintos tipos plantean un desafío tanto a la teoría como a la metodología de la economía convencional, especialmente a la síntesis neoclásica-keynesiana dominante que ha predominado en los libros de texto y en los consejos de política durante gran parte del siglo XX y desde entonces. Para complicar aún más las cosas, las incertidumbres también pueden oscurecer el conocimiento del futuro, del presente e incluso del pasado, debido a desafíos irresolubles a la hora de discernir la causalidad.
Los autores anotan que el enfoque estándar de gran parte de la economía se basa en supuestos sobre mecanismos de equilibrio, estabilidad, probabilidades bien comportadas, previsibilidad, expectativas racionales y la posibilidad de lograr el control. Dada la experiencia diaria de eventos inesperados, incluso impactantes, tales supuestos son sorprendentes.
Ilusión de control
Los neoclásicos emergentes de finales del siglo XIX descubrieron un marco de equilibrio general, tomando prestado en gran medida de la física, que guiaría la economía estándar durante el siglo siguiente. Los arquitectos del enfoque estaban preparados para hacer cualquier supuesto que fuera necesario para sostenerlo.
La macroeconomía siguió su ejemplo. Para explorar cuestiones como la producción industrial, el empleo, la distribución del ingreso y otras similares, se utilizaron modelos de equilibrio general. Estos enfoques eliminaron en gran medida las cuestiones de incertidumbre y produjeron predicciones profundamente inadecuadas. La macroeconomía fracasó en relación con la crisis de 2008 no porque no la previera, sino porque sus modelos más sofisticados no contemplaban la posibilidad de una crisis.
Los autores anotan que los supuestos de comportamiento maximizador, equilibrio de mercado y preferencias estables, utilizados de manera implacable e inquebrantable, formaban el corazón del enfoque económico. El resultado fue un pensamiento de equilibrio severamente reduccionista centrado en una versión abstracta de la economía donde los agentes económicos toman decisiones basadas en preferencias predeterminadas, sin costos de transacción ni externalidades, y con consideraciones de incertidumbre excluidas o domesticadas.
Nuevos avances
Se plantea que la economía de control está en crisis. La ortodoxia ha sido puesta en tela de juicio por una nueva generación de micro y macroeconomistas que rechazan los modelos deductivos cargados de teoría. Ahora la profesión ha experimentado un giro empírico de importancia crítica en las últimas décadas. El nuevo empirismo incluye investigaciones que surgen como consecuencia de eventos reales en el mundo y ensayos controlados. En la misma línea, los economistas conductuales ponen a prueba los supuestos y la lógica de las proposiciones económicas, al tiempo que exploran cómo los seres humanos reales toman decisiones económicas.
Además, el giro empírico ha fomentado el trabajo con la sociología, la antropología y la psicología, campos que la corriente dominante de la profesión había ignorado durante mucho tiempo y que enfatizan la relevancia de factores que la economía convencional a menudo había pasado por alto. De hecho, cada vez resulta más confuso dónde se encuentran hoy los límites que distinguen a la economía de otros campos.
Ecologistas
La tradición postkeynesiana ha sido igualmente crítica del marco de la economía dominante. Se anota que la economía ecológica adopta un enfoque diferente para abordar la incertidumbre, destacando cómo los flujos no lineales de recursos, energía y desechos deben conceptualizarse dentro de sistemas complejos sujetos a restricciones locales y planetarias apremiantes.
Esta desafía la forma en que pensamos sobre las relaciones entre la economía, la ecología y los valores humanos, examinando las interacciones entre dominios con relaciones causales complejas donde surgen incertidumbres con valores plurales, hay mucho en juego y las decisiones son urgentes.
Economía de la complejidad
El campo de la economía de la complejidad presenta un desafío para la economía estándar. Esta ofrece perspectivas sobre cómo funcionan los sistemas no lineales. Aquí, la inestabilidad es la norma; cualquier equilibrio aparente es ilusorio e inestable, y las trayectorias dinámicas exhiben rupturas, saltos y comportamientos impredecibles.
Los autores anotan que la economía de la complejidad considera que la economía está en movimiento y perpetua construcción. Mientras que la economía del equilibrio enfatiza el orden, la determinación, la deducción y la estasis, la economía de la complejidad enfatiza la contingencia, la indeterminación, la búsqueda de sentido y la apertura al cambio.
Además, desde esta perspectiva, los modelos económicos construyen narrativas, repletas de metáforas e imaginarios, que proporcionan la base para dar sentido a mundos complejos e inciertos. Las narrativas en competencia están condicionadas por las emociones, el pensamiento colectivo y las modas. Por otra parte, algunos economistas destacan que las narrativas son constitutivas (dando forma a los mundos que habitamos) en lugar de meramente explicativas.
Nuevos métodos
Los autores señalan que algunas de estas lecciones vitales son aceptadas por un nuevo campo: la toma de decisiones bajo incertidumbre profunda (DMDU, por sus siglas en inglés) donde la incertidumbre es explícitamente aceptada.
DMDU rechaza el modelo de análisis de predecir y luego actuar. Rechaza igualmente la búsqueda de un diseño y resultados de políticas eficientes con el argumento de que la búsqueda de la eficiencia es demasiado peligrosa en un mundo impredecible; porque corre el riesgo de imponer graves daños a las comunidades afectadas, especialmente a los más vulnerables y a los que carecen de voz política. En su lugar, el enfoque busca una política robusta, es decir, una que tenga un rendimiento suficientemente bueno en un gran número de futuros posibles.
Empoderamiento
El enfoque DMDU parte del supuesto de que los sistemas sociales y naturales no son lineales y están interrelacionados. En este contexto, ningún modelo puede decirnos qué sucederá a continuación; ninguno puede relacionar de manera confiable las intervenciones políticas con los resultados.
El DMDU genera miles de futuros posibles, sin ponderarlos por probabilidades, y luego empodera a las partes interesadas (especialmente a las que corren el riesgo de sufrir los daños más graves y a los que suelen quedar excluidos) para que decidan qué riesgos asumir en pro de qué fines valiosos. Esto parecido al análisis prospectivo y sistémico.
El enfoque reconoce que todas las intervenciones políticas son experimentos. Aquí los expertos experimentan con aquellos a quienes buscan servir, en lugar de hacerlo sobre ellos. Lo que se requiere es una participación significativa y continua de los economistas (y otros expertos) con las partes interesadas en los procesos de toma de decisiones, la deliberación sobre la ambigüedad de los resultados, la evaluación de las incertidumbres y la negociación en torno a diferentes versiones de los conocimientos en disputa.
No paternalista
Basándose en los principios básicos de experimentación, improvisación, aprendizaje progresivo y adaptación a nivel local, el objetivo es fundamentar una toma de decisiones racional y responsable, en la que quienes se ven directa y profundamente afectados por las consecuencias de las decisiones desempeñen papeles centrales en la deliberación y la elección de políticas. Se trata inevitablemente, anotan los autores, de un proceso social que implica colaboraciones duraderas con diversos participantes para afrontar problemas que no tienen fecha de finalización.
La transformación de la práctica económica también es ética: se aleja de una visión paternalista en la que el economista sabe más que nadie y se acerca a una visión en la que el economista reconoce la integridad y la autonomía de aquellos a quienes espera servir, finalizan los autores.